El plan del ex Bolivia para devolverle a Flecha el esplendor de los setenta

Fuente: Cronista – Gustavo Samuelian, tiene la misión de revivir las icónicas zapatillas, y transportarlas al presente reversionadas con colores y materiales disruptivos.

No es un empresario típico; su look es el no look, como quien asume varias personalidades a través de la ropa o sus uñas pintadas.

Disfruta de las cosas simples como tomar café a la mañana escuchando música, o yendo a cortarse la barba. Son momentos de conexión que tienen que ver con todo menos con el dinero. «No quiero tener 20 autos o dos casas, quiero estar bien, y hoy me siento afortunado de poder vivir de lo que hago», dice de manera distendida.

«Yo no quiero ganarle a nadie. Con triunfar por sobre mi propia estupidez estoy hecho», así Gustavo Samuelian habla de su ambición en el mundo de los negocios. El flamante dueño de las icónicas zapatillas Flecha tiene hoy una misión: devolverle a la marca el esplendor que supo tener en los sesenta y setenta y traerlos a este siglo, reversionadas, pero con la capacidad de despertar el mismo sentido de pertenencia que tenía en sus inicios.

Proveniente de una familia de clase media que supo sortear vaivenes económicos, tras la muerte de su padre, a sus 10 años, Samuelian fue forjando desde muy joven cierto espíritu emprendedor, que no se limitaba al mundo textil, sino a cualquier tarea que se le antepusiera y con la cual pudiera ayudar en su hogar.

Es probable que su imagen aún hoy siga asociada a Bolivia, la marca de indumentaria que creó en 2005 y con la que también tuvo que sortear algunos altibajos económicos. Fue disruptivo siendo inclusivo cuando nadie hablaba de ello. Nunca se lo propuso, en su ADN estaba pensar en las personas como personas y no en términos de género. Y ese fue un gran sello de Bolivia.

Desde Jorge Lanata a Gustavo Cerati, un universo de personalidades adoptaron la marca rápidamente. Sin embargo, ya en 2018, sintió que había cumplido un ciclo y dejó Bolivia en manos de sus socios.

Su acercamiento con Flecha se había dado unos años antes, cuando Alpargatas le vendió un lote de zapatillas para comercializar en sus locales. Prácticamente se le fueron de las manos, y desde ese momento el bichito de hacer algo con la marca empezó a crecer en él.

«Hubo un momento en que ya no tenía ganas de ir al local. Fue un proceso de dos años hasta que pensé que quería hacer. Entonces me dije ‘relancemos Flecha». Para mí era como un sueño. Mi abuelo tenía un local en el Once y vendía Flecha y yo tenía la posibilidad de reflotar la marca», recuerda de ese momento.

Para 2012, Alpargatas dejó de fabricar las Flecha, y fue en 2019 cuando Samuelian pudo comprar la marca para darle una nueva vida. Así, se hizo de la marca, de todas las posiciones registradas, la matricería y nuevas inversiones en maquinaria fabril.

Pandemia de por medio, el proceso no fue fácil. La reconversión de las zapatillas también involucraba una nueva forma de producción que la de décadas atrás. Así, pasaron a ser fabricadas del método de inyección directa de PVC a ser vulcanizadas con suela de caucho. De esta manera, hoy las flechas tienen la misma confección que una Converse, Vans, Superga o Topper y sale a competirles con su nueva impronta.

Para llegar hasta allí tercerizó la fabricación en la planta que tiene Topper en Aguilares, Tucumán, pero con la mira puesta en tener la suya propia dentro de un año y medio, a más tardar. De esta manera, podrá pasar de los 10.000 pares que llegó a producir durante los últimos meses de 2023 a concretar unos 40.000 o 50.000 pares anuales.

Para ello, buscará asociarse con la fábrica actual y montar un nuevo predio en esa localidad tucumana.

Sentado en su bunker del barrio de Palermo, donde expone sus nuevas creaciones con un orgullo que, él identifica como el orgullo de ser argentino y tener un producto argentino, Samuelian no se desespera por las vidrieras, el mundo cool o el éxito.

«Para mi Flecha es una comunidad, es Messi, Maradona, la argentinidad. Me llena de orgullo traer una marca argentina y darle nueva vida. Yo quiero que sea como el dulce de leche o la Coca-Cola», enfatiza entusiasmado.

Por otro lado, recuerda que siempre se dijo que nunca sería industrial, pero el amor por flecha y el involucramiento en el proceso de producción, lo llevó a querer ser el propio fabricante de Flecha.

Sin embargo, no deja de lado su costado creativo, quizás el más conocido, y a las típicas zapatillas de lona se suma el cuero, una nueva estética y hasta diversas customizaciones que van generando nuevas líneas. «Estar creando y pensando es como nunca dejar de jugar y eso también te conecta con la gente, con lo que quiere».

Más tarde vendrá también la fabricación de indumentaria Flecha, lo que será todo un desafío porque la marca nunca tuvo ropa. «No hay nada más lindo que si estas en un lugar creativo, crear», concluye expectante por lo que está por venir. 

Miss Abaca, una nueva apuesta al diseño de autor de manos de una venadense

Fuente: Pueblo Regional – Esta vez, en una nueva faceta pero con una pasión que trae consigo desde siempre, la venadense Manuela Abaca realizó el lanzamiento de su propia línea de zapatos para la mujer. Con una propuesta totalmente original, Manuela se propone llegar al mercado internacional apostando a la creatividad y trabajo en red con otras mujeres.

«La idea es un calzado para que empieces y termines tu día, es algo cómodo. Yo produzco los zapatos, busco el cuero, hablo con el señor que me los hace a mano por cada detalle. Quiero llegar a clientes que valoren el diseño y la calidad y, por ende, siempre tengo que estar en el detalle», contó Abaca a Pueblo Regional.

La marca se destaca por piezas exclusivas, con materiales nobles que brindan comodidad. «Todos mis zapatos tienen brillos, aunque no necesariamente un brillo obvio, un charol es brillo también. Primero vamos a probar lo clásico y después la idea es jugar con colores más osados y print. Estamos muy acostumbrados al calzado monótono», valoró.

Ella siempre supo la importancia del calzado en un look y la creatividad para jugar con colores, formas y texturas era clave a la hora de vestirse cada mañana para emprender su trabajo en la institución financiera donde trabajó por 10 años. En 2019, Manuela decidió dar un «giro» a su vida profesional, terminar la carrera de Comercio Exterior y, en paralelo, empezar la Tecnicatura en Calzado, con Adrián Wright, ya con la idea de emprender y en algún momento incluso fusionar ambas profesiones. Desde ese momento el camino ya estaba claro y solo era cuestión de poner «manos a la obra».

En el proceso de emprender, se encontró con distintos desafíos que la fueron forjando a desarrollar nuevas habilidades. «Cuesta mucho salir de la cabeza de un empleado porque cuando estás en ese rol tenés claro las metas y objetivos porque te los dicen. Cuando los lineamientos no están es re difícil que vos te los pongas», reconoció. Respecto a su proyecto personal, destacó: «Quiero crear un calzado que se pueda exportar y hacerlo en grupo. Es empezar a buscar gente y a traccionar en equipo».

Un negocio prometedor donde la moda tiene un significado mucho más profundo y sin limitarse a los ritmos de las tendencias.

Exportan a varios países pero la primera oficina fue la playa

Fuente: La Nación – Fabrican calzados y carteras amigables con la naturaleza; llegan a Costa Rica, Uruguay y Chile, y apuestan a desembarcar en la Unión Europea.

Comenzaron hace 20 años en las costas argentinas. Oriundos de Necochea, estaban estudiando en la universidad y decidieron vender accesorios en las playas durante el verano. Guido Joachim y María Elena Tapia son los fundadores de Rocas, una marca de diseño que exporta a Centroamérica y se prepara para hacerlo a Europa. Producen unas 50.000 unidades por temporada de calzado y carteras y el 20% va afuera.

“Estábamos estudiando -reconstruye Tapia, diseñadora industrial-. Hacíamos y vendíamos collares”. En el 2007 para su tesis creó un sistema de exhibición ambulante para vender en la playa: “Un carro”, simplifica. Funcionó “muy bien” y empezaron a franquiciarlos con los productos para vender y le sumaron carteras. Así empezaron a expandirse.

Como el trabajo se restringía a la temporada de verano y le quedaba el resto de los meses “vacíos”, decidieron “transformar” a la empresa en una “de 12 meses”, acota Joachim. Ya casados, los padres de ella aportaron “medio 405″ y con el auto empezaron a recorrer la ruta para buscar locales a donde vender. Llegaron hasta Bahía Blanca. “Así lo que fabricábamos se vendía todo el año; ya el invierno no era de baja”, dice Joachim.

Durante varios años hicieron ese mix de costa y ruta, hasta que llegó el momento de seguir apostando y fueron por un local propio en Necochea en el 2012 para tener “más visualización”. El nombre de la empresa es una referencia a los comienzos, cuando la bijouterie que hacían era con piedras del Atlántico. En el 2015 le sumaron la producción de calzado.

Tapia repasa que comenzaron “muy jóvenes; estábamos todo el día trabajando. A los veintipico ya teníamos empleados, lidiábamos con mayoristas y proveedores. Siempre fue pasión y convicción. Nos caracterizamos por la perseverancia, por creer en el proyecto y hacia dónde queríamos ir”.

Recuerdan que el primer local, fue un “éxito” porque en su diseño rompió con lo que había hasta ese momento en la costa. A partir de ahí franquiciaron tiendas (tienen en Bahía Blanca, Mar del Plata, Pinamar, Olavarría) y mantuvieron la distribución en locales de tercero. “Nos afianzamos en producción y diseño”, acota Tapia.

En el arranque del 2020 habían participado en una exposición en CABA y tenían la próxima temporada vendida; irrumpió la pandemia del Covid-19 y los impulsó a profundizar la idea que ya venían barajando, “salir al mundo”.

“Habíamos empezado a mirar hacia afuera -precisa Joachim-. Buscábamos nuevos mercados, más estables, que no tuvieran oscilaciones tan fuertes como el argentino”. Recibieron una consulta desde Costa Rica, donde las restricciones era menores por el Covid; enviaron una carga de muestra, funcionó. Ahora tienen dos locales franquiciados en San José, la capital, y uno en Tamarindo; además de ventas al por mayor. Exportaron también dos años a Uruguay; como se terminó el contrato con el franquiciado, ahora hacen envíos directos hasta tener otro local; de la misma forma llegan a Chile.

De la producción por temporada, 70% es calzado; 25% carteras y el resto, accesorios. Con la devaluación, vender afuera conviene más: “Hasta hace poco, salíamos casi hechos, ahora somos más competitivos. Apostamos todo al diseño, lo básico no va. En la Unión Europea todo lo hecho en China está expandido, por eso la diferenciación pasa por el diseño”.

Trabajan con dos fábricas y varios talleres en el que tercerizan producción. El equipo base es de 30 personas. La marca es “sustentable”. Reutilizan restos, entregan en cajas de madera reciclada y en bolsas hechas con restos de materiales. Todo es artesanal. Los restos de la goma eva los entregan a una fundación que hace casas para sectores vulnerables y los usa como aislantes para las paredes y los tarros de pegamento se usan para estufas. Con los recortes de tela hacen “Pipos”, muñecos que regalan.

Tapia admite que no usar cuero, al comienzo fue un punto complejo de resolver en las exportaciones por lo asociada que está la Argentina con ese material: “La buena calidad de nuestros insumos y su durabilidad lo solucionó. En un viaje de exploración del mercado europeo, fueron invitados a participar de la MICAM Milano (Milano International Calzaturiero), la feria internacional que se realiza desde 1969. Entienden que fue un “muy buen” primer paso para avanzar en el mercado europeo.

La pareja evalúa como “muy positivo” la evalución de la marca que nació en aquel verano del 2003 cuando eran unos “adolescentes entusiastas” que tuvieron en la playa su primera oficina. “Hoy somos una marca instalada, libre de crueldad animal,no utilizamos pieles de animales para la creación de nuestros diseños; ofrecemos productos originales, funcionales y amigables con el medio ambiente”, enfatizan.

Están convencidos del cuidado de la naturaleza. “Lo estuvimos siempre y ahora es valorado. Sabemos que estamos trabajando y, a la vez, haciendo algo bueno por el mundo. Se puede combinar el vestir bien, el sentirse bien y el hacer el bien. Claro que tenemos aun un largo camino que recorrer para lograr ser una empresa 100 % ecológica, pero estamos en marcha”, señalan.

Diseñadora de Rawson obtuvo distinción «Mujer Empresaria 2024»

Fuente: El Chubut – La diseñadora de calzados Rosario Pintos Arizaga, cuyo emprendimiento con el mismo nombre se inició hace 11 años en Rawson y luego se extendió a Trelew, contando con dos locales, recibió la distinción «Mujer Empresaria 2024», que la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) le entregará en una ceremonia a llevarse a cabo el próximo martes en su salón auditorio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí, la emprendedora participará con pares de otras provincias como finalista de la categoría «Inspiración Empresarial», perteneciente al mismo reconocimiento recibido.  

Rosario cuenta con una vasta formación en el diseño de calzados, lo que la llevó a abrir su propio local hace 11 años en Rawson, ciudad en la que vive, siendo reconocida por la Came este año por inspirar y motivar a otras mujeres a «patear el tablero» y animarse a lo que les hace bien y les gusta, según comentó en diálogo con EL CHUBUT.

«Es la primera vez que estoy participando, y para mí es un gran orgullo representar a la provincia que me vio nacer con mi emprendimiento», comentó, destacando que cuenta con dos locales de diseño de calzado exclusivo en cuero, ubicados en Gregorio Mayo 19, Rawson; y en San Martín 398, de Trelew.

El galardón es entregado por la Came, a través de su sector Mujeres Empresarias, «con el objetivo de motivar a la mujer de la esfera empresarial Pyme, a través de un reconocimiento a su trayectoria y a sus proyectos de incentivo al sector», señalaron desde esa entidad, destacando el federalismo de este certamen que llevan a cabo cada año.

Rosario, destacó su objetivo de «inspirar a otras mujeres a que emprendan, que se jueguen, que pateen el tablero y hagan lo que sientan y no se conformen con tener algún laburo que no sea lo que esperan. En mi caso que trabajo para las mujeres, para mí mismo género, es enorme la satisfacción que siento al poder ayudarlas a estar calzadas, cómodas, y lindas».

Como mujer empresaria en la industria del calzado, señaló que «cuando empecé mi propio negocio, me encontré con muchos obstáculos y momentos de incertidumbre. Pero una cosa que siempre me mantuvo motivada fue recordar mi pasión por los zapatos y la moda», resaltando que en su caso, solo trabaja en cuero, «porque por su nobleza el que tenemos en nuestro país es deseado por todo el mundo y de hecho vienen a comprar de Europa y muchos países más».

Gracias a la determinación, a no perder de vista su visión y objetivo, «hoy puedo decir con orgullo que mi negocio ha crecido y se ha convertido en algo que superó mis expectativas iniciales. Sin dudas el factor determinante son las clientas que apoyan y eligen mis diseños para transitar sus días», concluyó la empresaria.

Crearon su propia marca de zapatillas, producen 500.000 por año y ahora apuntan al fútbol

Fuente: Cronista – Kioshi nació en 2017 y fabrica desde ojotas hasta calzado de running y botines. Buscan crecer con sus modelos económicos, en particular entre los deportistas.

En la Argentina se venden alrededor de 33 millones de pares de calzado deportivo por año. Dos amigos fundaron su propia marca en 2017 para morder cuota de mercado con modelos más accesibles y hoy ya producen cerca de 500.000 pares anuales en su planta en Esteban Echeverría. Primero se enfocaron en el mundo del running, ahora buscan pisar fuerte con el ojo puesto en los futbolistas amateurs.

«Queríamos abastecer un segmento medio de calzado, algo que sea cómodo pero no premium», asegura Emmanuel Fernández, socio de Kioshi Footwear junto a Juan Manuel Moreno. Ambos tenían experiencia en la industria ya que trabajaban en una fábrica proveedora para otras grandes marcas. Ahí habían empezado a producir suelas, capelladas y algunos modelos de ojotas.

Para dar inicio al proyecto los emprendedores compraron una máquina inyectora de EVA para hacer las suelas de running y una prensa de caucho para las de los botines de fútbol. «Hacemos todo de manera interna, desde la pintura hasta la serigrafía con alta frecuencia y el tejido de las capelladas«, agrega.

La fábrica de Kioshi en Esteban Echeverría tiene capacidad para producir 80.000 pares por mes.

En 2017 lanzaron los primeros lotes de zapatillas urbanas, que combinaban estilo con un diseño deportivo para running. «Nos hicimos fuertes en ese segmento, fuimos experimentando y desarrollando distintos modelos en nuestro laboratorio», señala Fernández. Al año siguiente hicieron una importación de partes de botines para ensamble local, sin embargo el modelo de negocio no los convenció. «Por las restricciones a la importación y las devaluaciones quedábamos caros muy rápido», recuerda.

Entonces se pusieron a trabajar para desarrollar un botín de futbol nacional tras notar un faltante por parte de las grandes marcas del segmento. Kioshi lanzó su diseño para fútbol 5 en 2021 y dos años después presentaron el modelo Sakka para cancha de 11. En total esto demandó una inversión de $ 50 millones.

«Son muy distintos entre sí. El botín de fútbol 11 es muy artesanal, por eso hay poco desarrollo en el país porque es caro de hacer. La suela es más costosa dado que lleva otra tecnología y para el ensamble es más lento y se necesita más gente en la línea de producción. La diferencia es el pegado porque tenés que darle un prensado especial. En cambio, el de fútbol 5 es como hacer una zapatilla común de running», explica Fernández.

Kioshi lanzó sus botines de fútbol 11 Sakka en 2023. Hoy el segmento representa un 30% de sus ventas.

Hoy producen entre 10.000 y 15.000 pares de botines por mes y esta línea representa casi un 30% de su facturación. El plan de la compañía es alcanzar los 20.000 pares mensuales. «Apuntamos al deportista amateur, que juega al fútbol los fines de semana y quiere un botín de calidad a un precio accesible», remarca. Los botines de Kioshi se venden en su tienda online desde $ 42.700 hasta $ 47.900, según el modelo.

En su portafolio la marca cuenta también con zapatillas elastizadas sin cordones, ojotas y pelotas de fútbol. A su vez, el año pasado lanzaron una línea de indumentaria a través de un partnership con Chill Out.

Para 2024 la compañía proyecta expandirse a nuevos segmentos. La capacidad de su fábrica, indican, se los permite ya que puede alcanzar un volumen de 80.000 pares mensuales. «El sector está en alerta por lo que viene, pero sin dejar de planificar el desarrollo de la marca», asevera el emprendedor.

El nuevo negocio del calzado argentino para ganarle mercado a Nike y Adidas: opciones low cost y exportaciones

Fuente: Cronista – Con modelos top a más de $ 100.000, varios jugadores locales salieron a disputar el negocio de los botines de fútbol. Opciones económicas, insumos nacionales y proyectos para alcanzar los 500.000 pares por año.

Martín Amoros se metió en el negocio del calzado hace 10 años por recomendación de su suegro, que fabricaba suelas. Probó haciendo pantuflas, ojotas e incluso sandalias de mujer. Este portafolio lo complementaba con algunos botines de fútbol que le compraba a otro productor. En 2020 los clientes empezaron a pedirle más botines, pero su proveedor le entregaba los pares a su propio ritmo. «Veía la guita que me estaba perdiendo de ganar. Detecté ese bache y me puse a fabricarlos yo mismo», recuerda. Durante la pandemia fundó Raptor y los números iban tan bien que mudó toda la operación a una fábrica de 1600m2 en Valentín Alsina, donde produce más de 20.000 pares por mes.

Así como en otra época fueron Fulvence y Sacachispas, Raptor fue una de las marcas argentinas que encontró suelo fértil en el negocio de los botines ante el espacio que dejaron grandes players como Nike y Adidas. Mientras los gigantes de la indumentaria deportiva se concentraban en productos de mayor volumen y sus botines perforaban la barrera de los $ 100.000 – con modelos profesionales que superan los $ 300.000 y $ 400.000 -, los jugadores locales ganaron terreno con propuestas de producción 100 por ciento nacional y opciones entre un 50 y 80 por ciento más económicas. En 2023 , solo cuatro de estas marcas alcanzaron un volumen anual de 430.000 pares y para este año proyectan que esta cifra crezca más de un 30 por ciento.

La industria del calzado deportivo movió cerca de 33 millones de pares en el mercado local, según fuentes del segmento. De ese total, los botines de fútbol se llevan un 7 por ciento (unos 2,2 millones de pares) y dentro de la categoría los modelos con tapones (FG) concentran un tercio de las ventas, mientras que el resto se reparten entre tapones para cancha de 5 (TF) y futsal.

Martín Amoros, fundador de Raptor, tiene como política no vender sus botines a más de $ 15.000.

Pero en los últimos tres años no resultó sencillo conseguir botines en el país de los campeones del mundo. Las dificultades para importar fueron uno de los principales motivos por los que algunas marcas volcaron sus esfuerzos en categorías con mayor circulación, como las zapatillas de running. Esta falta de insumos impactó en las fábricas ensambladoras. Por caso, en septiembre de 2023 Grupo Dass paró su planta de El Dorado, Misiones, produce los botines Umbro y Nike; en tanto, Bicontinentar Footwear Technologies, que hace los modelos de Diadora y Penalty en Chivilcoy, confirmó que no fabricará botines durante el primer semestre de 2024.

A su vez, varias de las fábricas en Asia que producen botines terminados estuvieron cerradas por los rebrotes del COVID-19. A esto se le sumaba una cuestión de rentabilidad. «Una línea con 30 empleados ensambla una zapatilla para niños que se vende a $ 9000 y la misma línea hace una para adulto que se vende a $ 50.000. A veces es solo una cuestión de mercado», explican desde una fábrica.

«Estamos justo en un cambio de Gobierno y de reglas de importación con una mayor apertura ahora. Se buscará mantenernos atractivos desde los precios, considerando que son muchos los factores que intervienen en el valor final como, por ejemplo, los impuestos», indica Federico Tórtora, director de One Marketplace de Southbay, distribuidor oficial de Nike en el país. La mitad de los botines que venden en la Argentina son armados localmente con insumos importados desde Brasil, en particular la línea Tiempo aunque en las próximas temporadas planean empezar también las franquicias Mercurial y Phantom de la gama entry.

Dass es uno de los principales ensambladores de botines del país. Entre sus plantas de El Dorado y la de Coronel Suárez, donde se hacen los modelos de Adidas, mueve alrededor de 3000 pares por día, es decir, poco más de 1 millón por año. La compañía asegura que los pedidos para este año, que se realizan con seis meses de anticipación, fueron hechos con normalidad.

La alemana Puma cerró 2023 con un cuarto de participación en el negocio local de botines de fútbol.

El tercer integrante de la trinidad del negocio deportivo es Puma, que en los últimos tres años invirtió $ 400 millones en su fábrica en La Rioja. Ahí elabora su histórico botín Borussia, hecho con cuero nacional. En su tienda oficial este modelo se consigue por $ 100.000 en sus versiones para cancha de 11 y de 5.

Ignacio Aguerre, director de Merchandising de Puma Argentina, asevera que no tuvieron dificultades para importar insumos en los últimos dos años. «Los modelos de alta gama son aquellos que se importan debido a sus especificaciones técnicas», remarca. En 2023 los botines representaron un 13 por ciento de su volumen total de producción de calzado que fue de 3,7 millones de pares y cerraron el año con un share del 25 por ciento en la categoría. La Copa América de 2024, señala Aguerre, podría impulsar las ventas: «Históricamente durante eventos de esta envergadura hemos observado un incremento aproximado del 20 por ciento en la demanda de botines».

La que aprovechó este espacio para ganar lugar en los estantes de las casas de deporte fue Topper, propiedad del grupo brasileño Sforza. «Pasamos de tener un share de 14 por ciento en 2021 a uno de 22 por ciento el año pasado. Y este año creemos que en fútbol vamos a crecer un 40 por ciento», asegura Darío Rubaja, director Comercial de la marca. Junto a Umbro, Diadora, Lotto y Penalty se sitúa un escalón por debajo en lo que respecta a precio con botines que oscilan entre los $ 51.000 y $ 62.000 con el San Ciro como figura. Este año planean lanzar su primer modelo fabricado íntegramente en su planta en Tucumán, el Artis, y esperan que represente un 20 por ciento de sus ventas en la categoría.

La apuesta de Topper es el botín de producción nacional Artis que lanzó a comienzos de 2024.

Otra que tiene todo listo para salir a morder en la categoría es Joma, que desde 2023 tiene a Brand Team como nueva licenciataria. La marca española empezó a producir botines en la planta de Senda, en Florencio Varela, donde históricamente se fabricaron los de Penalty. Su perspectiva es manejar un volumen inicial de 20.000 pares por mes. «Las restricciones de importación siempre distorsionan las condiciones de mercado y dan lugar a oportunidades», comenta Pablo Braier, CEO de la firma. Y estas oportunidades también las aprovecharon algunas compañías que no estaban ligadas al mundo del calzado deportivo.

Alternativas nac & pop

«Mi héroe es el de los alfajores Guaymallen», exclama Amoros, dueño de Raptor. Y detalla: «Quería hacer algo económico de mucho volumen y bajo margen, pero llegar a todos el país». Su política, indica, es sencilla: ninguno de sus botines puede venderse a más de $ 15.000. Y estos precios los sostiene asumiendo buena parte del proceso productivo. «Ahorro un montón de plata haciendo el aparado (N.d.R: proceso de unir todas las piezas de un calzado) con 26 máquinas de coser e inyectando las suelas de PVC», destaca.

La marca del dinosaurio creció rápidamente desde su lanzamiento en 2021. A fines de 2023 hizo su primera exportación de 1500 pares a Uruguay y recientemente invirtió US$ 15.000 para desarrollar una nueva línea de botines premium de caucho con la que planea agregar 200 pares de producción diaria. Sin embargo, todavía no logró penetrar con fuerza en las casas de deporte. «Pudimos entrar en tres o cuatro cadenas, pero hay marcas que los amenazan. Son como el perro viejo que no come ni deja comer porque no les entregan botines pero tampoco los dejan que me compren a mí», reclama el emprendedor.

Flourish logo

Kioshi hizo un intento de importar botines en 2017, pero decidió virar hacia la producción nacional en 2021 con una inversión de $ 50 millones. «Nuestra estrategia apunta más al deportista amateur. Ese futbolista que juega torneos los fines de semana y busca un botín de calidad a un precio accesible», asevera Emmanuel Fernández, socio de la compañía que ya produce hasta 15.000 pares por mes y prevé escalar a 20.000 durante este año.

Primero lanzaron el modelo para cancha de sintético y luego desarrollaron el segmento complejo. Esta unidad representa un 30 por ciento de su facturación con botines cuyos valores van desde los $ 42.000 hasta los $ 48.000. En su fábrica se ocupan de inyectar las suelas, tejer las capelladas y hacer la costura láser. La planta tiene capacidad para producir hasta 80.000 pares de calzado por mes.

«Hay fabricantes de calzado que no estaban en el mundo deportivo y en estos años se volcaron a fabricar botines», comentan desde una planta industrial. Uno de ellos fue Justicialistas, la marca cordobesa cuyo fuerte son los zapatos de cuero. En 2021 lanzaron Barrilete Cósmico, su línea de botines de fútbol 5 elaborados con cuero vacuno nacional, y el año pasado vendieron 150 pares por mes. Otro caso fue el de Footy, la empresa dedicada al calzado infantil, que debutó con sus botines a fines de 2022.

A diferencia de otros jugadores, que importan las suelas y las capelladas, estas compañías se abastecen con proveedores y curtiembres locales. Ingratta SA, fabricante de las suelas Febo, incrementó en un 10 por ciento su volumen de producción de modelos para este tipo de calzado de nicho.

Lucas Aguilar se dio cuenta que faltaban botines tras hacer una pequeña búsqueda en MercadoLibre. Entonces reactivó las máquinas que usaba su papa, Hilarion, para hacer zapatillas de cuero y junto a su familia lanzó Manguz a mediados de 2021. De aquel trabajo artesanal pasaron a industrializar la producción con una inversión de $ 1,4 millón que les permitió escalar a 600 pares por mes en su planta en Villa Soldati.

«Nosotros hacemos botines de cuero vacuno y la calidad es la misma que el de uno de primera marca. El tema es que ellos te los cobran el doble y en nuestro caso apuntamos a crecer por volumen vendiéndolo más barato», remarca Aguilar. Los Manguz Hunter cuestan entre $ 49.000 y $ 51.000, según el modelo.

La cordobesa Justicialistas lanzó Barrilete Cósmico, su botín de cuero argentino con homenaje a Maradona.

Justicialistas y Manguz utilizan cuero vacuno, en lugar de la variante sintética como es el caso de Kioshi y Raptor. Un metro de cuero natural puede costar entre $ 8000 y $ 9000, mientras que el valor del sintético es de aproximadamente $ 5000, según detallan desde el sector. Con un metro de material se pueden fabricar entre cinco y seis pares.

Por el momento, Aguilar solo comercializa sus botines a través de MercadoLibre y su tienda online, además de algunas ventas en el showroom que tienen cerca de la fábrica. En 2024 el objetivo es alcanzar los 1000 pares por mes y la planta incluso tiene capacidad para triplicar ese número. «La idea es acomodar el equipo de ventas para hacer alianzas comerciales y entrar a tiendas multimarca. Igualmente nuestro plan de marketing pasa por estar en escuelitas de fútbol, clubes de barrio y en complejos de alquiler de canchas. Ahí queremos que nos vean», resalta.

Estado de alerta

El fin de las licencias automáticas y del Sistema de Importaciones (SIRA) podría abrirle la puerta a que lleguen más botines terminados desde el exterior. Según la Cámara de la Industria del Calzado (CAIC), en 2023 se importaron 16,5 millones de pares y el rubro deportivo suele representar alrededor del 60 por ciento del volumen total. Entre 2018 y 2021 el valor de las importaciones de calzado cayó un 30 por ciento de US$ 512 millones a US$ 357 millones, de acuerdo al reporte de la consultora Claves.

Estas trabas y demoras en la autorización de importaciones llevaron a las compañías a reforzar su ensamblado local. Algunas incluso retornaron al país, como fue el caso de Penalty que en 2021 anunció su regreso con un plan de producción de 15.000 pares de botines por mes en la planta de Bicontinentar Footwear Technologies en Chivilcoy, la ex Paquetá.

Manguz encontró una oportunidad ante la falta de botines de fútbol de cuero natural con sus Hunter.

Traer al país un calzado terminado tiene un arancel de 35 por ciento, mientras que las partes pagan entre 15 y 28 por ciento. Además, desde diciembre de 2021 el Gobierno argentino estableció una medida antidumping que impide importar calzado desde China por un valor FOB inferior a US$ 15,70 por par. Por ahora estos aranceles se mantienen, pero desde el sector, en particular las grandes marcas, ya negocian con algunos funcionarios de la secretaría de Comercio para que las partes tengan arancel 0. «Si no empiezan a bajar los costos, el consumo está muy frenado», apunta Braier.

«Cada botín que entregamos se vende porque hay poco stock. El negocio podría ser más grande«, señala Rubaja, de Topper. El segmento, detalla, crece a un ritmo del 10 por ciento anual, pero el uso específico de este tipo de calzado limita sus posibilidades. La compañía recientemente llevó adelante un estudio junto a la consultora de investigación Desatanudos y el relevamiento arrojó que solo el 15 por ciento de la población general juega al fútbol.

Ante la posible apertura importadora, los jugadores nacionales ya se pusieron en estado de alerta. «Nos estamos moviendo con cuidado, pero sin dejar de planificar. Tratamos de que el aumento de precios no impacte tanto en el producto final porque apuntamos a un público de clase media». Comenta Fernández, cofundador de Kioshi. Por su parte, Nicolás Mendizábal, socio de Justicialistas, asegura que pusieron el freno de mano en sus planes. «Todavía no pudimos definir la próxima producción semestral porque sabemos que se va a complejizar el tema comercial. En otro contexto nos hubiera gustado sumar más variedad, colores o incursionar en botines de cancha de 11″, detalla. Durante la última semana la marca cordobesa redujo el precio de su modelo en un 13 por ciento y ahora se venden a $ 65.500 en su tienda online.

Amoros revela que le ofrecieron importar las suelas y las capelladas desde Taiwán pero prefirió continuar fabricándolas en su planta. «A mis clientes les vendo cada par a US$ 10,8. Si tuviera que traerlos terminados desde afuera, entre flete y demás, me cuesta US$ 19 solo para tenerlos en mis manos. Hoy no tengo ningún tipo de competencia directa en el segmento», analiza. Tras la última gran devaluación Raptor incrementó el valor de sus botines en un 40 por ciento.

«Todavía no hay una alerta de que vaya a haber una invasión de calzado importado», afirma Horacio Moschetto, gerente de la CAIC. El directivo agrega que la oportunidad para el segmento está en incrementar el porcentaje de ensamblado nacional. Y concluye: «El calzado deportivo a nivel mundial tuvo un incremento grande en precios y hoy en los Estados Unidos ronda los US$ 100. No es que van a venir zapatillas de primera línea a precios más accesibles de los que ya están en el mercado».

La versión original de esta nota se publicó en el número 362 de revista Apertura.

El nuevo negocio del calzado argentino para ganarle mercado a Nike y Adidas: opciones low cost y exportaciones

Fuente: Cronista – Con modelos top a más de $ 100.000, varios jugadores locales salieron a disputar el negocio de los botines de fútbol. Opciones económicas, insumos nacionales y proyectos para alcanzar los 500.000 pares por año.

Martín Amoros se metió en el negocio del calzado hace 10 años por recomendación de su suegro, que fabricaba suelas. Probó haciendo pantuflas, ojotas e incluso sandalias de mujer. Este portafolio lo complementaba con algunos botines de fútbol que le compraba a otro productor. En 2020 los clientes empezaron a pedirle más botines, pero su proveedor le entregaba los pares a su propio ritmo. «Veía la guita que me estaba perdiendo de ganar. Detecté ese bache y me puse a fabricarlos yo mismo», recuerda. Durante la pandemia fundó Raptor y los números iban tan bien que mudó toda la operación a una fábrica de 1600m2 en Valentín Alsina, donde produce más de 20.000 pares por mes.

Así como en otra época fueron Fulvence y Sacachispas, Raptor fue una de las marcas argentinas que encontró suelo fértil en el negocio de los botines ante el espacio que dejaron grandes players como Nike y Adidas. Mientras los gigantes de la indumentaria deportiva se concentraban en productos de mayor volumen y sus botines perforaban la barrera de los $ 100.000 – con modelos profesionales que superan los $ 300.000 y $ 400.000 -, los jugadores locales ganaron terreno con propuestas de producción 100 por ciento nacional y opciones entre un 50 y 80 por ciento más económicas. En 2023 , solo cuatro de estas marcas alcanzaron un volumen anual de 430.000 pares y para este año proyectan que esta cifra crezca más de un 30 por ciento.

La industria del calzado deportivo movió cerca de 33 millones de pares en el mercado local, según fuentes del segmento. De ese total, los botines de fútbol se llevan un 7 por ciento (unos 2,2 millones de pares) y dentro de la categoría los modelos con tapones (FG) concentran un tercio de las ventas, mientras que el resto se reparten entre tapones para cancha de 5 (TF) y futsal.

Martín Amoros, fundador de Raptor, tiene como política no vender sus botines a más de $ 15.000.

Pero en los últimos tres años no resultó sencillo conseguir botines en el país de los campeones del mundo. Las dificultades para importar fueron uno de los principales motivos por los que algunas marcas volcaron sus esfuerzos en categorías con mayor circulación, como las zapatillas de running. Esta falta de insumos impactó en las fábricas ensambladoras. Por caso, en septiembre de 2023 Grupo Dass paró su planta de El Dorado, Misiones, produce los botines Umbro y Nike; en tanto, Bicontinentar Footwear Technologies, que hace los modelos de Diadora y Penalty en Chivilcoy, confirmó que no fabricará botines durante el primer semestre de 2024.

A su vez, varias de las fábricas en Asia que producen botines terminados estuvieron cerradas por los rebrotes del COVID-19. A esto se le sumaba una cuestión de rentabilidad. «Una línea con 30 empleados ensambla una zapatilla para niños que se vende a $ 9000 y la misma línea hace una para adulto que se vende a $ 50.000. A veces es solo una cuestión de mercado», explican desde una fábrica.

«Estamos justo en un cambio de Gobierno y de reglas de importación con una mayor apertura ahora. Se buscará mantenernos atractivos desde los precios, considerando que son muchos los factores que intervienen en el valor final como, por ejemplo, los impuestos», indica Federico Tórtora, director de One Marketplace de Southbay, distribuidor oficial de Nike en el país. La mitad de los botines que venden en la Argentina son armados localmente con insumos importados desde Brasil, en particular la línea Tiempo aunque en las próximas temporadas planean empezar también las franquicias Mercurial y Phantom de la gama entry.

Dass es uno de los principales ensambladores de botines del país. Entre sus plantas de El Dorado y la de Coronel Suárez, donde se hacen los modelos de Adidas, mueve alrededor de 3000 pares por día, es decir, poco más de 1 millón por año. La compañía asegura que los pedidos para este año, que se realizan con seis meses de anticipación, fueron hechos con normalidad.

La alemana Puma cerró 2023 con un cuarto de participación en el negocio local de botines de fútbol.

El tercer integrante de la trinidad del negocio deportivo es Puma, que en los últimos tres años invirtió $ 400 millones en su fábrica en La Rioja. Ahí elabora su histórico botín Borussia, hecho con cuero nacional. En su tienda oficial este modelo se consigue por $ 100.000 en sus versiones para cancha de 11 y de 5.

Ignacio Aguerre, director de Merchandising de Puma Argentina, asevera que no tuvieron dificultades para importar insumos en los últimos dos años. «Los modelos de alta gama son aquellos que se importan debido a sus especificaciones técnicas», remarca. En 2023 los botines representaron un 13 por ciento de su volumen total de producción de calzado que fue de 3,7 millones de pares y cerraron el año con un share del 25 por ciento en la categoría. La Copa América de 2024, señala Aguerre, podría impulsar las ventas: «Históricamente durante eventos de esta envergadura hemos observado un incremento aproximado del 20 por ciento en la demanda de botines».

La que aprovechó este espacio para ganar lugar en los estantes de las casas de deporte fue Topper, propiedad del grupo brasileño Sforza. «Pasamos de tener un share de 14 por ciento en 2021 a uno de 22 por ciento el año pasado. Y este año creemos que en fútbol vamos a crecer un 40 por ciento», asegura Darío Rubaja, director Comercial de la marca. Junto a Umbro, Diadora, Lotto y Penalty se sitúa un escalón por debajo en lo que respecta a precio con botines que oscilan entre los $ 51.000 y $ 62.000 con el San Ciro como figura. Este año planean lanzar su primer modelo fabricado íntegramente en su planta en Tucumán, el Artis, y esperan que represente un 20 por ciento de sus ventas en la categoría.

La apuesta de Topper es el botín de producción nacional Artis que lanzó a comienzos de 2024.

Otra que tiene todo listo para salir a morder en la categoría es Joma, que desde 2023 tiene a Brand Team como nueva licenciataria. La marca española empezó a producir botines en la planta de Senda, en Florencio Varela, donde históricamente se fabricaron los de Penalty. Su perspectiva es manejar un volumen inicial de 20.000 pares por mes. «Las restricciones de importación siempre distorsionan las condiciones de mercado y dan lugar a oportunidades», comenta Pablo Braier, CEO de la firma. Y estas oportunidades también las aprovecharon algunas compañías que no estaban ligadas al mundo del calzado deportivo.

Alternativas nac & pop

«Mi héroe es el de los alfajores Guaymallen», exclama Amoros, dueño de Raptor. Y detalla: «Quería hacer algo económico de mucho volumen y bajo margen, pero llegar a todos el país». Su política, indica, es sencilla: ninguno de sus botines puede venderse a más de $ 15.000. Y estos precios los sostiene asumiendo buena parte del proceso productivo. «Ahorro un montón de plata haciendo el aparado (N.d.R: proceso de unir todas las piezas de un calzado) con 26 máquinas de coser e inyectando las suelas de PVC», destaca.

La marca del dinosaurio creció rápidamente desde su lanzamiento en 2021. A fines de 2023 hizo su primera exportación de 1500 pares a Uruguay y recientemente invirtió US$ 15.000 para desarrollar una nueva línea de botines premium de caucho con la que planea agregar 200 pares de producción diaria. Sin embargo, todavía no logró penetrar con fuerza en las casas de deporte. «Pudimos entrar en tres o cuatro cadenas, pero hay marcas que los amenazan. Son como el perro viejo que no come ni deja comer porque no les entregan botines pero tampoco los dejan que me compren a mí», reclama el emprendedor.

Flourish logo

Kioshi hizo un intento de importar botines en 2017, pero decidió virar hacia la producción nacional en 2021 con una inversión de $ 50 millones. «Nuestra estrategia apunta más al deportista amateur. Ese futbolista que juega torneos los fines de semana y busca un botín de calidad a un precio accesible», asevera Emmanuel Fernández, socio de la compañía que ya produce hasta 15.000 pares por mes y prevé escalar a 20.000 durante este año.

Primero lanzaron el modelo para cancha de sintético y luego desarrollaron el segmento complejo. Esta unidad representa un 30 por ciento de su facturación con botines cuyos valores van desde los $ 42.000 hasta los $ 48.000. En su fábrica se ocupan de inyectar las suelas, tejer las capelladas y hacer la costura láser. La planta tiene capacidad para producir hasta 80.000 pares de calzado por mes.

Kioshi invirtió $ 50 millones para lanzarse al segmento y prevé producir 20.000 pares por mes.

«Hay fabricantes de calzado que no estaban en el mundo deportivo y en estos años se volcaron a fabricar botines», comentan desde una planta industrial. Uno de ellos fue Justicialistas, la marca cordobesa cuyo fuerte son los zapatos de cuero. En 2021 lanzaron Barrilete Cósmico, su línea de botines de fútbol 5 elaborados con cuero vacuno nacional, y el año pasado vendieron 150 pares por mes. Otro caso fue el de Footy, la empresa dedicada al calzado infantil, que debutó con sus botines a fines de 2022.

A diferencia de otros jugadores, que importan las suelas y las capelladas, estas compañías se abastecen con proveedores y curtiembres locales. Ingratta SA, fabricante de las suelas Febo, incrementó en un 10 por ciento su volumen de producción de modelos para este tipo de calzado de nicho.

Lucas Aguilar se dio cuenta que faltaban botines tras hacer una pequeña búsqueda en MercadoLibre. Entonces reactivó las máquinas que usaba su papa, Hilarion, para hacer zapatillas de cuero y junto a su familia lanzó Manguz a mediados de 2021. De aquel trabajo artesanal pasaron a industrializar la producción con una inversión de $ 1,4 millón que les permitió escalar a 600 pares por mes en su planta en Villa Soldati.

«Nosotros hacemos botines de cuero vacuno y la calidad es la misma que el de uno de primera marca. El tema es que ellos te los cobran el doble y en nuestro caso apuntamos a crecer por volumen vendiéndolo más barato», remarca Aguilar. Los Manguz Hunter cuestan entre $ 49.000 y $ 51.000, según el modelo.

La cordobesa Justicialistas lanzó Barrilete Cósmico, su botín de cuero argentino con homenaje a Maradona.

Justicialistas y Manguz utilizan cuero vacuno, en lugar de la variante sintética como es el caso de Kioshi y Raptor. Un metro de cuero natural puede costar entre $ 8000 y $ 9000, mientras que el valor del sintético es de aproximadamente $ 5000, según detallan desde el sector. Con un metro de material se pueden fabricar entre cinco y seis pares.

Por el momento, Aguilar solo comercializa sus botines a través de MercadoLibre y su tienda online, además de algunas ventas en el showroom que tienen cerca de la fábrica. En 2024 el objetivo es alcanzar los 1000 pares por mes y la planta incluso tiene capacidad para triplicar ese número. «La idea es acomodar el equipo de ventas para hacer alianzas comerciales y entrar a tiendas multimarca. Igualmente nuestro plan de marketing pasa por estar en escuelitas de fútbol, clubes de barrio y en complejos de alquiler de canchas. Ahí queremos que nos vean», resalta.

Estado de alerta

El fin de las licencias automáticas y del Sistema de Importaciones (SIRA) podría abrirle la puerta a que lleguen más botines terminados desde el exterior. Según la Cámara de la Industria del Calzado (CAIC), en 2023 se importaron 16,5 millones de pares y el rubro deportivo suele representar alrededor del 60 por ciento del volumen total. Entre 2018 y 2021 el valor de las importaciones de calzado cayó un 30 por ciento de US$ 512 millones a US$ 357 millones, de acuerdo al reporte de la consultora Claves.

Estas trabas y demoras en la autorización de importaciones llevaron a las compañías a reforzar su ensamblado local. Algunas incluso retornaron al país, como fue el caso de Penalty que en 2021 anunció su regreso con un plan de producción de 15.000 pares de botines por mes en la planta de Bicontinentar Footwear Technologies en Chivilcoy, la ex Paquetá.

Manguz encontró una oportunidad ante la falta de botines de fútbol de cuero natural con sus Hunter.

Traer al país un calzado terminado tiene un arancel de 35 por ciento, mientras que las partes pagan entre 15 y 28 por ciento. Además, desde diciembre de 2021 el Gobierno argentino estableció una medida antidumping que impide importar calzado desde China por un valor FOB inferior a US$ 15,70 por par. Por ahora estos aranceles se mantienen, pero desde el sector, en particular las grandes marcas, ya negocian con algunos funcionarios de la secretaría de Comercio para que las partes tengan arancel 0. «Si no empiezan a bajar los costos, el consumo está muy frenado», apunta Braier.

«Cada botín que entregamos se vende porque hay poco stock. El negocio podría ser más grande«, señala Rubaja, de Topper. El segmento, detalla, crece a un ritmo del 10 por ciento anual, pero el uso específico de este tipo de calzado limita sus posibilidades. La compañía recientemente llevó adelante un estudio junto a la consultora de investigación Desatanudos y el relevamiento arrojó que solo el 15 por ciento de la población general juega al fútbol.

Ante la posible apertura importadora, los jugadores nacionales ya se pusieron en estado de alerta. «Nos estamos moviendo con cuidado, pero sin dejar de planificar. Tratamos de que el aumento de precios no impacte tanto en el producto final porque apuntamos a un público de clase media». Comenta Fernández, cofundador de Kioshi. Por su parte, Nicolás Mendizábal, socio de Justicialistas, asegura que pusieron el freno de mano en sus planes. «Todavía no pudimos definir la próxima producción semestral porque sabemos que se va a complejizar el tema comercial. En otro contexto nos hubiera gustado sumar más variedad, colores o incursionar en botines de cancha de 11″, detalla. Durante la última semana la marca cordobesa redujo el precio de su modelo en un 13 por ciento y ahora se venden a $ 65.500 en su tienda online.

Amoros revela que le ofrecieron importar las suelas y las capelladas desde Taiwán pero prefirió continuar fabricándolas en su planta. «A mis clientes les vendo cada par a US$ 10,8. Si tuviera que traerlos terminados desde afuera, entre flete y demás, me cuesta US$ 19 solo para tenerlos en mis manos. Hoy no tengo ningún tipo de competencia directa en el segmento», analiza. Tras la última gran devaluación Raptor incrementó el valor de sus botines en un 40 por ciento.

«Todavía no hay una alerta de que vaya a haber una invasión de calzado importado», afirma Horacio Moschetto, gerente de la CAIC. El directivo agrega que la oportunidad para el segmento está en incrementar el porcentaje de ensamblado nacional. Y concluye: «El calzado deportivo a nivel mundial tuvo un incremento grande en precios y hoy en los Estados Unidos ronda los US$ 100. No es que van a venir zapatillas de primera línea a precios más accesibles de los que ya están en el mercado».

La versión original de esta nota se publicó en el número 362 de revista Apertura.

Crearon una marca de calzado peronista y ahora se meten en el negocio de los botines de fútbol

Fuente: Cronista – Justicialistas nació en 2016 y se especializan en modelos hechos con cuero. En los últimos años encontraron una oportunidad con un diseño «maradoneano».

Las nuevas generaciones de consumidores demandan que las marcas tengan un propósito, una razón de ser más allá de la comercial con la que puedan sentirse identificados. El de Justicialistas está cristalizado desde su nombre y el de sus diferentes líneas de calzado de cuero, desde las zapatillas PresidenTa hasta las botas Eva y las deportivas Malvinas. Ahora el emprendimiento nacido en Córdoba también incursionó en un segmento bien futbolero, los botines.

«El proyecto nació como una reacción a lo que veíamos que iba a ser el gobierno de (Mauricio) Macri y ese aire neoliberal que impactaría en la industria», asegura el politólogo Nicolás Mendizábal, quien se embarcó en este viaje junto a su cuñado Germán Bolatti en 2016. Sin embargo, ninguno de los dos tenía experiencia en el mundo del calzado así que tuvieron que hacer escuela mediante la práctica.

El padre de un amigo de ellos había recibido algunas máquinas como parte de pago por un negocio, les interesó la propuesta y empezaron a hacer alianzas con fábricas en Córdoba. «Justicialistas nace como una síntesis de dos ideas: que el valor agregado sea poner el trabajo formalizado y materia prima local, dos variables sensibles en la producción de calzado», resalta el emprendedor.

Socios y cuñados. Nicolás Mendizábal y Germán Bolatti fundaron Justicialistas en 2016.

Primero se asociaron con la fábrica de calzado Cadein y lanzaron la marca con venta online en redes sociales. Después sumaron otro partnership para incorporar calzado femenino al portafolio. Pero en 2018 Cadein quebró y tuvieron que salir a buscar nuevos proveedores. Hoy cuentan con más de 50 artículos de calzado y producen alrededor de 2000 pares de productos por mes.

Cada línea fue bautizada con el apellido o nombre de algún pensador relacionado con el peronismo. Además de los ya mencionados cuentan con las botas cortas Bermann, los mocasines Walsh y los zapatos Cooke. Los precios oscilan entre $ 45.000 y $ 89.000, según el modelo, y todos son elaborados con insumos locales.

Durante el último gobierno varios funcionarios caminaban con calzado de la marca, desde el expresidente Alberto Fernández hasta Santiago Cafiero, Martín Guzmán y Axel Kicillof.

El grueso de las ventas de Justicialistas se concentra en el AMBA (40%), mientras que su territorio natal se lleva un 10 por ciento. «Tenemos un promedio de 50 o 60 compras mensuales que se envían al exterior, principalmente a los Estados Unidos. Hicimos un intento de exportación, pero nos encontramos con el problema de producir al dólar blue y exportar al oficial», indica Mendizábal.

Los botines maradoneanos

Al igual que otras marcas, como Raptor, Manguz y Kioshi, Justicialistas también encontró una oportunidad en el segmento de botines ante la reducción de stock de las grandes marcas por las trabas a las importaciones. En 2021 lanzaron Barrilete Cósmico, una línea de botines de fútbol 5. La referencia «maradoneana» no solo está en el nombre, sino que los modelos llevan inscripta la fecha en la que el Diez se consagró como una estrella con sus dos goles a Inglaterra.

Otro guiño a Pelusa es que para fabricarlos utilizan el mismo cuero con el que se hacen los Puma Borussia, uno de los históricos botines utilizados por Maradona.

«Decidimos ir por un botín de fútbol 5 porque su producción es muy parecida a la de una zapatilla, podíamos hacerlo con las mismas máquinas. En cambio, el botín de 11 es otro tipo de horma, pegado y ergonomía. Ahí ya no te podés equivocar», afirma el emprendedor.

La compañía produce 150 pares mensuales de sus botines de fútbol de cuero, Barrilete Cósmico.

Empezaron con una primera tanda de 125 pares por mes y ahora la estiraron a 150. El Barrilete Cósmico se vende a $ 76.000 en su tienda oficial y, con respecto al precio, Mendizábal comenta: «Para un asalariado es un producto caro, el grueso de nuestro público tiene entre 25 y 45 años con un nivel de ingresos semiprofesional, pero por los costos de producción creó que está a buen precio».

La compañía está en plena mudanza de su taller en Wilde a uno en Córdoba, donde construirá un galpón en el que planea centralizar toda el área administrativa y productiva. «Somos bastante cautos y conservadores porque vemos que lo comercial se va a complejizar con la apertura de importaciones. En otro contexto nos hubiera gustado sumar variedad y colores de botines, quizá incursionar en el de fútbol 11 porque nos lo piden, sin embargo estamos con el freno de mano puesto», detalla.

Es argentino, fabrica zapatos y logró crear una marca de exportación en tiempo récord

Fuente: IProfesional – Representante de la tercera generación de zapateros, Ariel Minetti junto a su socio crearon Beautee: botas texanas de diseños exclusivos y artesanales.

Ariel Minetti representa la tercera generación de zapateros de su familia: la primera se dedicó al taller y confección de costura; la segunda se animó a fabricar para diferentesmarcas; y, por último, él y su socio crearon una marca para venta minorista de diseños exclusivos.

«Nuestra fábrica se inició en el garage de casa, de la mano de mi mamá y papá, con dos máquinas de coser y muchas ganas de continuar un oficio que nuestra familia había iniciado en manos de mi abuelo», cuenta a iProfesional.

«Crecimos en esta fábrica aprendiendo el oficio desde los 15 años, decidimos ir subiendo la calidad yhoy, casi 20 años después, no solo fabricamos para marcas y locales/showroom, sino que creamos la propia», expresa.

Una marca que nació apostando a la creatividad

Beautee nació en el 2020, cuando debieron apostar a la creatividad para hacerle frente a la adversidad que se estaba viviendo con el Covid-19. «La pandemia hizo que nuestras ventas bajen, ya que nosotros producíamos en su mayoría para marcas/comercios con local a la calle», explica.

Esto llevó a los emprendedores a reinventarse, y luego de muchas dudas e incertidumbres frente, decidieron lanzar una marca de botas texanas que se vende en el online. «Beautee es una marca de calzado para mujer que ofrece un producto cómodo, versátil y original gracias a los materiales nobles de alta calidad y fabricación artesanal cuidando cada detalle», asegura el diseñador.

Y agrega: «Renovamos cada temporada las líneas, materiales, texturas y colores para ofrecer nuevas creaciones y cuidamos cada proceso de fabricación, la pasión por nuestro trabajo y el carácter argentino de nuestros zapatos. Las texanas llegaron hace unos años para quedarse y desde entonces no nos hemos cansado de combinarlas en todo tipo de cueros, colores y bordados».

Beautee es una marca de calzado para mujer que ofrece un producto cómodo, versátil y original gracias a los materiales nobles de alta calidad y fabricación artesanal

Para Minetti, lo más atractivo, y a la vez lo más desafiante, es crear «un diseño único y cómodo para la mujer argentina con mano de obra 100% nacional y de gran trabajo artesanal». Complementando, comenta que la situación económica del país llevó a que haya una gran falta de insumos y una variante continua de precios de los proveedores. No obstante, aclara, «siempre tratamos de que no repercuta tanto sobre nuestros clientes».

Si bien el proyecto nació con una estructura de una fábrica en funcionamiento ubicada en Lomas del Mirador, «dos máquinas de coser e insumos básicos necesarios para darle curso a nuestro taller», según detalla su creador, en la actualidad, la facturación de Beautee Calzados alcanza un promedio mensual bruto de $6.000.000 y crece mes a mes. En el caso de la fábrica en general, la facturación mensual bruta alcanza los 35.000.000 pesos.

«Hemos tenido variaciones a lo largo de estos años, como fábrica siempre hemos priorizado la calidad sobre la cantidad. Utilizamos cueros de primera línea con acabados propios e insumos de calidad en su totalidad», enfatiza. «En estos últimos años, hemos subido aún más la calidad lo que ha generado que la producción diaria baje para cumplir con los estándares que nos hemos propuesto». La capacidad es de 150 pares diarios.

Ante la recesión económica, la empresa se vio obligada a bajar su producción mensual a 70 pares diarios, pero manteniendo el 100% de su equipo de trabajo. «Aunque atravesar la crisis no es fácil como pyme, lo tomamos como puntapié para subir aún más la calidad de producción de nuestros diseños», dice Ariel. «Lo que más necesitamos como país es que se fortalezca la industria nacional, que se priorice la producción y la posibilidad de exportar, en total equilibrio con los otros mercados».

Desde su mirada, «detrás de cada crisis, hay oportunidades y muchas. Nosotros tratamos de buscar la parte buena siempre, de nosotros dependen –directa e indirectamente- 20 familias y no es opción bajar los brazos. Hoy nos toca vivir una realidad que depende de un dólar inestable, y hay que atravesar esta incertidumbre como tantas otras que tuvimos. Confiamos en nuestro negocio y en la gente que trabaja con nosotros para continuar creciendo y ver sus frutos temporada a temporada».

En medio de la recesión económica, la empresa se vio obligada a bajar su producción mensual a 70 pares diarios, pero manteniendo el 100% de su equipo de trabajo

Los planes de la marca

De cara a lo que viene, la marca tiene planes de abrir un local y sigue poniendo el foco en la exportación. Hoy Beautee tiene clientes mayoristas en Chile y Uruguay; minoristas desde Estados Unidos hasta España; pero Brasil, Uruguay y Chile son los mercados más fuertes.

«Nuestro techo está mucho más arriba de lo que imaginamos y tenemos posibilidades de crecimiento. Siempre apostamos al fortalecimiento de nuestra industria y tiene muchas posibilidades comerciales con respecto al resto del mundo.

De vender en ferias populares a llegar con sus botines de fútbol a todo el país

Fuente: Cronista – Manguz fabrica botines de fútbol de cuero argentino en su planta en Villa Soldati. Cómo pasó de vender en ferias populares a distribuir en todo el país.

Durante más de 20 años Hilarión Aguilar se dedicó al rubro del calzado de cuero. Él mismo cortaba cada pieza a mano y luego armaba y pegaba los zapatos y zapatillas para venderlos en las ferias populares. Sin embargo, como les sucedió a muchos comerciantes, el inicio de la pandemia desbarató su negocio por completo. En ese momento Lucas, su hijo, encontró un nicho que le otorgó una nueva vida al proyecto familiar: los botines de fútbol.

«Me puse a buscar en MercadoLibre si había botines de cuero y no encontré nada. Empezamos a fabricar un modelo muy parecido al de una marca conocida con cuero vacuno y suela de caucho, que son los de mejor calidad, y tuvimos muchas ventas», recuerda Lucas Aguilar. Aquella incursión, asegura, les mostró que había una oportunidad en el segmento y decidieron patear fuerte al medio.

A mediados de 2021 la familia Aguilar fundó Manguz, la marca de botines de fútbol que elaboran en su fábrica en Villa Soldati. Para poner en marcha el proyecto invirtieron $ 1,3 millones, aunque buena parte de las herramientas ya las tenían por el negocio previo de Hilarión. «Empezamos a crecer y pasamos a industrializar el proceso. De cortar a mano a comprar máquinas para cortar y aumentar la producción», indica.

El primer producto que salió de la línea de producción fue un par de botines de fútbol 5, luego llegaron los clásicos de 11 y por último la versión futsal. Hoy producen alrededor de 600 pares por mes de botines de cuero argentino y proyectan alcanzar los 1000 pares mensuales el próximo mes.

La fábrica de Manguz en Villa Soldati tiene capacidad para producir 100 pares de botines por día.

 «Los de fútbol 11 fueron toda una sorpresa porque cuando empezamos a fabricarlos la diferencia fue significativa. Duplicamos las ventas y ahora son los más vendidos», cuenta Aguilar. La fábrica tiene capacidad para producir 100 pares diarios.

La oportunidad de Manguz llegó por un hueco en el stock de botines del mercado local. Algunos de los grandes jugadores, como Dass y Bicontinentar, pausaron su trabajo por la falta de insumos debido a las trabas para importarlos.  Esa misma ventana fue aprovechada por otras marcas locales, entre ellas Raptor y Kioshi.

A su vez, los precios de las primeras marcas subieron y el emprendimiento de los Aguilar encontró un espacio para crecer en el segmento medio. La línea Hunter de los botines Manguz se vende a $ 50.000 o $ 58.000, según el modelo elegido. En tanto, un botín de Adidas o Nike supera los $ 100.000.

La familia Aguilar fundó Manguz en 2021 y hoy producen 600 pares de botines de fútbol por mes.

«Ahora tenemos la idea de sacar más modelos, cada tres meses queremos presentar ediciones limitadas de botines personalizados con distintas temáticas y colores», afirma. Otro proyecto de la marca es producir su propia línea de zapatillas de running, botineros, pelotas de fútbol y botines de rugby, aunque para esta última tienen un obstáculo. «Los tapones de aluminio intercambiables no se consiguen en la Argentina, quizá una apertura de importaciones pueda ser una oportunidad para hacerlos».

Por el momento, Manguz solo comercializa sus productos en su tienda online y a través de MercadoLibre. «Este año queremos acomodar al equipo de ventas para hacer alianzas con cadenas y entrar en locales multimarca», apunta Aguilar.

A diferencia de los players de renombre, que se apoyan en las estrellas del fútbol para promocionar sus botines, la firma nacional tiene otra estrategia. «Buscamos ser sponsor de escuelitas de fútbol. Queremos ir a los clubes de barrio y las canchitas de alquiler. Ese es nuestro público».