La historia detrás de los zapatos de Alberto Fernández

Fuente: Fenix ~ Tanto el presidente como miembros de su gabinete usan los modelos de una marca de calzado nacional llamada Justicialistas, que nació luego del 2016, cuando la industria local se vio muy golpeada.

El proyecto nació en 2016, cuando empezaron a liberarse las importaciones de calzado y la industria local del sector se vio fuertemente golpeada: en Córdoba, una fábrica cerró y como indemnización un trabajador recibió una de las máquinas.

En ese contexto adverso, los cordobeses Mendizábal y Bolatti encontraron terreno fértil para impulsar una idea que había nacido tiempo atrás y que impulsaron con el objetivo de «defender la industria nacional».

«Al padre de un compañero del centro cultural en el que militamos en barrio Alberti lo despidieron y lo indemnizaron con una máquina del taller. Nosotros no venimos del palo de la zapatería, así que estamos aprendiendo en estos años», contó el politólogo en diálogo con NA.

Para avanzar en la meta de «defender la industria nacional», los creadores de Justicialistas plantearon dos requisitos clave: «Trabajamos con talleres que tengan a sus trabajadores formalizados, algo difícil en el rubro; y toda la materia prima es local», subrayó Mendizábal.

Al comienzo, tanto mano de obra como materiales para el calzado eran 100 por ciento cordobeses: en los últimos meses incluyeron algunos proveedores bonaerenses de suelas y cueros

Actualmente, el proyecto de raigambre peronista emplea a 22 trabajadores en la parte productiva y a seis en el sector de e-commerce: fabrican entre 1.500 y 2.000 pares de zapatos por mes.

Algunos de los clientes de Justicialistas tienen roles importantes en el Gobierno: el presidente Alberto Fernández; el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; el ministro de Economía, Martín Guzmán; el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof; entre otros.

¿Cómo llegaron a vestir los pies de esos funcionarios? «No laburamos con modelos, sino con personalidades que representan a la marca. Uno de ellos es Nicolás Munafó, el periodista de C5N, que le comentó al equipo de campaña de Alberto sobre nosotros y así llegamos», contó a Noticias Argentinas Mendizábal, quien también aclaró: «La mayoría los compra, porque no son afines a que uno se los regale»

Por el momento, el total de la producción tiene destino nacional, aunque hay intenciones de instalar la marca en España y ya tienen a un promotor en tierras ibéricas: el diputado español Íñigo Errejón.

Los nombres de los modelos de zapatos y zapatillas, obviamente, hacen referencia a personajes o movimientos vinculados a la historia del peronismo: Cooke, Walsh, Resistencia, Descamisados, Scalabrini, Jauretche, Arregui, Uturuncos, Bermann, Duarte, 1947 y Eguren, entre otros.

 Los valores de los calzados «Justicialistas» oscilan entre los $3500 y los $5000. El Scalabrini, modelo que usa Alberto Fernández, cuesta $3950.

 Un calzado militante que pisa fuerte en la Casa Rosada y está en los pies del propio Alberto Fernández.

Dueño de John Foos: “En el mejor país del mundo una PyME no puede resistir 15 días sin trabajar

Fuente: Apertura ~ Miguel Ángel Fosati se ganó su lugar en la historia argentina por haber sido el primero en fabricar zapatillas vulcanizadas en el país. Se trata de esas zapatillas con suela de caucho con un tratamiento que las hace elásticas y resistentes, que con su diseño también se convirtieron en un ícono de la adolescencia y la comodidad.

Pero hoy Fosati se pone otra cucarda y es la de haber conseguido que su empresa se mantuviera firme por 40 años, un logro que en un país con vaivenes económicos como la Argentina tiene doble mérito. Es que el sector de indumentaria y calzado hace mucho que viene sufriendo con especial énfasis. Y Fosati, que ha sabido atravesar crisis, comenta que este agitadísimo 2020 lo encuentra con un desgaste de varios años.

“La era de Mauricio Macri achicó la facturación, pero no los gastos”, define. La situación, dice, los llevó de producir 1 millón de pares de zapatillas por mes a tocar los 45.000 pares mensuales el año pasado. Ese año el promedio de facturación mensual pasó, según explica, de u$s 2 millones a u$s 1,5 millones.

Su industria sufre por la devaluación del peso, la caída del consumo, la suba de las tasas de interés y la competencia desleal ya hace tiempo. Pero a todo ese combo se le sumó ahora la aparición del Covid-19 y la consecuente cuarentena que obligó a apagar las máquinas y cerrar locales. Para poner en contexto: según el Índice de Producción Industrial Manufacturero que elabora el Indec correspondiente a abril, la producción del sector textil mostró una caída del 72,2 % interanual.

Ahora, con la llegada de Alberto Fernández y una mirada más apuntada hacia la industria nacional, Fosati espera que el sector comience su lenta recuperación, incluso con la pandemia (o al menos, una vez pasada la urgencia del problema). Porque, a pesar de la gravedad de los problemas que trae aparejado el virus, lo cierto es que en el sector tienen más batallas para pelear: “Hay un problema con una aduana paralela que nadie lo ha resuelto. Siguen entrando productos por contrabando y eso es un problema serio. Tenemos competencia desleal, tanto nosotros como los dueños de locales que compiten con lugares como La Salada que no pagan impuestos”, dice el empresario.

Así y todo, con 40 años de historia cumplidos en 2020, espera que la firma con la que fue pionero continúe, como mínimo, otros 40 años más.

Primeros pasos

Su historia empezó en 1975. En esa época, Fosati trabajaba como productor independiente: juntaba productos de distintas fábricas y los colocaba en las tiendas estadounidenses Macy’s, pero el Rodrigazo de ese año hizo que el negocio se terminara y el emprendedor tuvo que reinventarse. “Esa sí que fue una hecatombe, peor que lo que estamos viviendo ahora”, recuerda.

Algo de experiencia en calzado tenía, porque vendía zapatos que fabricaba un primo suyo. Pero el salto fue grande. Con 28 años consiguió u$s 200.000 para iniciar su empresa de zapatillas vulcanizadas, una novedad por esos años, a lo que le sumó la compra de un predio en Haedo. “Fue todo un ensayo genuino y nacional”, agrega sobre el proyecto que se puso formalmente en marcha en el año 1980.

Fosati rememora cómo era el mercado en ese momento. Sin grandes casas de deporte como las de hoy, la incipiente empresa comenzó a ubicar sus zapatillas en vaquerías o tiendas de calzado como American Pie. Así, siempre apostó por la venta a través de estos canales, a lo que con el tiempo se sumaron las hoy instaladas casas de deportes y hace dos años inauguraron un e-commerce.

Hoy están en 1000 puntos de venta, siempre fabricando con su propia marca, que se consolidó en los ’90 gracias a una fuerte apuesta por la publicidad en canales como MTV, VH1, Much Music o Cartoon Network. Esa visibilidad en el cable les permitió penetrar en otros países de la región y Fosati llegó a registrar el nombre en 23 países.

Hoy siguen pensando en la exportación, aunque el dueño admite que es muy marginal en el negocio. “Exportamos, pero muy poco. El gobierno de Macri lo hizo imposible porque descolocó los costos de la industria nacional, altísimos en comparación con China y otros países”, sentencia, pero ve con ojos más amables la nueva gestión: “A la industria le fue muy mal. Pero tengo esperanza al hablar del presente, incluso en este momento de la epidemia. El año había empezado con una proyección muy buena porque pensábamos recuperar este año el 20% de la producción histórica”.

Fosati tiene instalaciones con capacidad para producir unos 4000 pares de zapatillas por día y, explica, para fines del año pasado estaba por debajo de los 2000. Para 2020, con las tres plantas que tiene en su predio de Beccar, apuntaba a crecer ese 20% semestral, que ahora se vio afectado por la pandemia. “Para poder cumplir con mis planes necesito que se abra el mercado, que las casas de deportes abran sus puertas y que el negocio comience a rotar nuevamente. Y allí me tengo fe porque sé que nuestro producto tiene buen funcionar en el mercado y rápidamente nos pondremos en marcha”, acepta con optimismo.

La empresa emplea a 250 personas y tiene una estructura de 9000 m2 que comprenden tres fábricas. 

Con un e-commerce que no alcanza a suplir la caída en las ventas (y que mientras se come el poco stock disponible), Fosati (al cierre de esta edición) contaba los días para poder reactivar la producción, con un protocolo de seguridad listo para ser implementado en cuanto las autoridades dieran el OK. “En el mejor país del mundo una PyME no puede resistir 15 días sin trabajar. Acá estamos todos pasando los 70 días. Y para sobrevivir tenés que tener espalda y haber hecho las cosas bien, estar bien parado, no tener deudas y de esa manera se puede acomodar un poco la situación”, reza.

Y con una rueda de 60 días de elaboración de producto hasta llegar al mercado (cortar, aparar, tejer, producir el caucho y así…), la experiencia le hizo aprender a manejarse con una estrategia de bajo stock, por lo que volver a poner las máquinas en funcionamiento es urgente. “Fabricamos lo que la gente necesita, no lo que tenemos proyectado. Eso es así desde 2001, cuando inventé el stock industrial cero. Siempre trabajamos con lo que el comerciante necesita y ahora mucho más con este laboratorio que es el e-commerce que te proporciona datos extraordinarios, subiendo a la plataforma productos para ensayarlos y dando el paso de producirlos con anticipación”.

Listos para crecer

De lona, tipo botita, panchas, en cuero ecológico, con plataforma o para hacer deporte. Las zapatillas John Foos fueron ganando en diseño a lo largo de sus 40 años y, por su aniversario, están celebrando con una edición especial colaborando con diseños de artistas y músicos. Con precios que rondan entre los $ 3500 y $ 4700, Fosati dice que apuntan a un público joven (entre 10 y 25 años) que busca productos urbanos.

“El consumidor de clase media está bastante comprometido. No podemos contar con ellos. Pero nunca contamos con ellos, porque esa gente es la viajada, que compra afuera. El que te compra acá es el que te compra a los ponchazos con algún crédito personal y que, de alguna manera y otra, te compra”, explica y dice que el consumidor que puede viajar y adquirir zapatillas afuera no representa competencia, sino que, por el contrario, les exige mantenerse informados y usar la ventaja de la diferencia de estación con respecto al hemisferio norte como ventaja competitiva. “Esa pequeña ventaja nos hace que podamos hacer entrega inmediata para que el comerciante reponga con facilidad, en comparación con las empresas extranjeras que tardan hasta seis meses en entregar un pedido”.

Empleador de 250 personas y con una estructura de 9000 m2 que comprenden tres fábricas (una de armado, una de caucho y una de aparado), el año pasado Fosati se vio tentado a comprar la fábrica de Alpargatas que cerraba en Santa Rosa, La Pampa, lo que ilusionó a los trabajadores de la zona. Finalmente esos intentos quedaron en stand-by, aunque explica que sí tiene planes en la provincia de La Rioja, en lo que era una exfábrica de Puma.

“La mano de obra del interior es muy necesaria para nosotros, porque los productos que hacemos van a necesitar mucha mano de obra que en la Argentina no la tenemos más. Desde hace muchos años que el país importa, se perdió mano de obra especialista en costura. Siempre hemos tenido la visión de ir montando nuestras productoras de costura en el interior y creo que esta vez lo vamos a lograr”, explica.

Con todo listo para activar el proyecto en La Rioja, Fosati espera a que llegue la autorización para poner manos a la obra. “Lo único que falta poner ahí es plata y plata tenemos”, dice y aclara que la planta adicional que el gobierno de esa provincia les otorga en comodato proveerá de aparado (costura) a su planta de Buenos Aires. Allí el compromiso es darles trabajo a los 30 obreros que quedaron desempleados luego del cierre de la fábrica, y luego incorporar otros 30 más, según pronostica el empresario.

“Mientras arreglan el tema de la salud está todo congelado. Este es un pequeño paréntesis que hay que abrir en la historia de 40 años que nos llevó hasta fines del año pasado de forma bastante positiva, por eso se logró esto, y nos esperan otros 40 años positivos”, augura. Y concluye: “El país tiene que volver a ser lo que fue entre 1890 y 1940, donde la industria era lo más importante del país. No digo que dé un vuelco de esa manera ahora, pero la industria tiene grandes posibilidades”.

En números

  • Facturación promedio 2019: US$ 1,5 millones mensuales
  • Producción promedio 2019: 45.000 pares mensuales
  • Cantidad de empleados: 250
  • Cantidad de puntos de venta: 1000
    Fuente: la empresa

Borcegos de mujer: por qué son el must de la temporada

Fuente: Perfil ~ Los borcegos de mujer tomaron notoriedad durante este invierno pero, al tratarse de un calzado sumamente cómodo que se adapta a todos los estilos, tendrán protagonismo también en verano. Julieta Erdocia, es diseñadora de zapatos y en esta entrevista profundiza sobre esta nueva moda. 

¿A qué se conoce como borcego?
Son zapatos confortables para llevar durante todo el día y poder realizar distintas actividades sin resignar comodidad, sin importar la superficie donde se pise, ya que tienen buen agarre y, en su mayoría, son antideslizantes.

¿Por qué cobró tanta relevancia este tipo de calzado?
Creo que viene de la mano con la oleada «comfy», en la que estar cómodo es estar a la moda. Los zapatos anchos, de puntas cuadradas junto con los borcegos, son los elegidos indiscutidos para looks versátiles sin resignar comodidad. La durabilidad de los mismos, por lo general, provienen de las suelas anchas y de goma; por esa razón, se convierten en una buena inversión.

¿Cómo se puede combinar?
Depende del estilo de quién los lleve, se les puede dar distinto carácter: desde looks hiper rockers con pantalón negro y campera de cuero hasta generando contrastes con vestidos floreados, estos zapatos se adaptan a todos los sexos y formas de vestir.

¿Es un ítem apto para todas? ¿Favorece?
Totalmente; con cierre, hebillas, cordones, bordados, de hormas más delgadas o más exagerados, con más o menos taco, sin dudas es un zapato que se adapta a muchos estilos.

¿Se verán borcegos en verano? Si es así, ¿cómo se llevarán?
El contraste con vestidos floreados o blancos voluminosos es la combinación perfecta entre feminidad y rudeza. Si es lo que queremos expresar, claro. Con faldas asimétricas y remeras de corte clásico son un combo ideal para llevar a diario.

¿Es una moda que llegó para quedarse?
Siendo un ítem tan cómodo, versátil, durable y atemporal, sin dudas, lo vamos a terminar incorporando como un básico, si todavía no lo hicimos.

Arrancó con u$s50 y armó un imperio: los consejos del creador de Nike para crecer en el mundo de los negocios

Fuente: IProfesional ~ Es una de las marcas más valiosas y reconocidas del mundo. Pero empezó con un emprendedor vendiendo zapatillas en el baúl de su auto. Conocé su historia

La que hoy es una de las marcas más valiosas y reconocidas del mundo, empezó con un emprendedor vendiendo zapatillas en el baúl de su auto. El fundador de Nike, Phil Knight, inició su camino en el negocio de la indumentaria deportiva luego de un viaje a Japón. 

La idea, de regreso en su Oregon natal, era importar productos desde allí, de gran calidad y a buen precio. Invirtió u$s50 en unos pares de muestra y el primer año facturó u$s8.000. De ahí en adelante, todo fue una carrera vertiginosa. La marca, que en sus inicios se llamó Blue Ribbon Sports, nació en 1964 y tuvo como cofundador a Bill Bowerman, su ex-entrenador de atletismo de la universidad.

Tuvieron que pasar siete años para que el proyecto, que nunca paró de crecer, fuera rebautizado como Nike, en honor a la diosa griega Niké, representante de la victoria. Su famoso logo, incluso, fue diseñado por una estudiante a la que Knight le pagó apenas u$s35.

Seguramente, nunca imaginó que en sus manos estaba el inicio de una de las marcas más valiosas de la historia

Los inicios de un sueño

Quien hoy ostenta una fortuna de u$s36.400 millones (ocupa el puesto 25 en el ranking de Forbes), empezó su carrera como estudiante de Artes y Ciencias en la Universidad de Oregon, para luego completar su formación con un MBA de la Stanford Graduate School of Business. 

Fue justamente cuando cursaba su maestría de negocios cuando se despertó su instinto emprendedor. Él mismo lo explica en su autobiografía –»Shoe Dog»-, que tuvo una «idea descabellada» mientras cursaba un seminario de emprendedorismo. 

Un trabajo para esa clase, cuyo objetivo era analizar el mercado de las zapatillas, se había convertido en una obsesión: «Por ser un atleta, sabía de calzados para correr. Por ser amante de los negocios, sabía que las cámaras fotográficas japonesas habían irrumpido fuerte en un mercado que una vez había sido dominado por los alemanes. Entonces, en mi trabajo final sostuve que podía suceder lo mismo con las zapatillas japonesas«. 

Con eso en la cabeza, Knight viajó al país nipón en 1963 y se asoció con el grupo Onitsuka, fabricante de equipamiento deportivo conocido hoy por su marca Asics, para ser su distribuidor en Estados Unidos. Bowerman se sumó un año después, y juntos pidieron un envío de zapatillas: unos 300 pares que compraron por u$s1.000 luego de que el padre de Knight les prestara dinero. 

Sin embargo, mientras el negocio crecía, la relación con su principal proveedor se volvía cada vez más tensa. Entregas retrasadas, falta de stock e incluso deslealtad fueron algunas de las razones que lo llevaron a romper el vínculo con su socio. 

A eso se le sumaron serios problemas de liquidez y financiamiento. En una época en la que el capital emprendedor no estaba tan desarrollado como ahora, la firma se vio en reiteradas oportunidades al borde de la quiebra. Para 1973, Onitsuka había demandado a Blue Ribbon por incumplimiento de contrato después de descubrir que Knight había lanzado una nueva línea de zapatillas llamada Nike.

Knight había entendido que la relación con el proveedor ya era inviable y no le quedaba más remedio que lanzarse a producir sus propias zapatillas. Luego de que una, estudiante Carolyn Davidson, diseñara el famoso logo conocido como «Swoosh», Knight y su socio pensaron el nombre. «A uno de nosotros le parecía un ala; a otro, un soplo de aire o también lo que un corredor podría dejar en su estela«.

Pero antes de dar con el indicado, se barajaron varios nombres, como Falcon, Bengal y Dimension Six. Finalmente surgió de Jeff Johnson, compañero de la universidad de Knight que trabajaba con él, al que se le «prendió la lamparita» luego de un sueño: allí apareció Nike como nuevo concepto.  «No sé realmente qué me hizo tomar esta decisión. ¿La suerte? ¿El instinto? Algún espíritu que hay en mí», admitió años después Knight.

El secreto detrás del éxito

No eran unos improvisados. Tanto Knight como Bowerman sabían lo que necesitaban los deportistas porque ellos mismos lo habían sido. Desarrollar un producto de altísima calidad y específicamente pensado para brindar eficiencia a los atletas y demás deportistas se convirtió en la prioridad de la joven empresa. 

Knight contó que en los inicios, Bowerman estaba permanentemente implementando innovaciones para las zapatillas. Él fue el encargado de experimentar con corredores profesionales y no solo con «runners» de fin de semana. 

«Mi socio tenía muy claro que el peso del producto era muy importante. Y aunque entendíamos esto y sabíamos que el mejor calzado deportivo se fabricaba en Alemania, pensamos que no tenía sentido que sólo Adidas y Puma fueran buenas por esto», contó en su momento Knight.

«Durante los diez primeros años de la compañía enfocamos todos nuestros esfuerzos en construir productos siempre mejores«, explicó el creador de la empresa, quien tuvo desde el principio el objetivo de proveer un calzado más rápido, y que resultara el mejor para cada deporte. 

Pero en esta carrera de negocios también fue fundamental el equipo. El fundador siempre destacó lo estratégico que resultó haber convocado a las personas correctas a lo largo del camino. «En relación a cómo armar y darle forma a un grupo de profesionales, siempre les sugiero a los emprendedores que pongan mucha atención, porque esto de tener un buen equipo es vital; incluso hoy en día, que Nike cuenta con más de 60.000 empleados».

«El desafío no está solo en encontrar el talento: también hay que acompañarlo», indicó Knight, para quien una de las funciones más importante de un CEO es la de guiar al equipo, para que trabaje en un propósito común. 

Los hitos de la empresa fueron cientos. Desde sus revolucionarios lanzamientos hasta asociaciones con deportistas de primera línea, sería imposible nombrarlos a todos. 

El camino de innovación permanente despegó en la década del 80, cuando dieron con la tecnología Nike Air que llevó en sus pies el propio Michael Jordan.

En 1987, la empresa pasó a liderar la industria con las Air Max: primeras zapatillas en hacer visibles las cámaras de aire. Un año después, lanzarían su famoso «Just do it», y la historia no volvería a ser la misma. 

El eslogan de Nike es una frase que se ha convertido en un referente de la publicidad. Pero su origen tiene una historia más perturbadora ya que, lejos de haber sido idea de algún publicista, surgió de las últimas palabras de Gary Gilmore, un hombre que fue condenado a muerte en 1977 en Utah (Estados Unidos), tras haber cometido dos asesinatos.

Tras ser capturado, el jurado que definió su condena solo necesitó de una hora y media para definir que debía morir. Como era costumbre, lo dejaron elegir la forma en la que moriría y él decidió que fuera por un pelotón de fusilamiento.

La ejecución se realizaría en enero de 1977. Ese día, uno de los cinco hombres encargados de dispararle le preguntó si tenía algo más que decir. Gilmore simplemente dijo «let’s do it» (hagámoslo).

Diez años después de la muerte de Gilmore, Nike le encargó a Wieden&Kennedy un nuevo eslogan que permitiera posicionar la marca. Wieden, entonces, modificó un poco la frase de Gilmore para que fuera «Just do it», un detalle que no se conoció en la época.

Crecimiento imparable

En su último año fiscal la empresa reportó ingresos por encima de los u$s39.000 millones y presencia en 75 países. Pasó de fabricar zapatillas para correr a ofrecer una enorme gama de productos deportivos con icónicos modelos como los clásicos Cortez o las revolucionarias Air Max. Pero también a sponsorear a nombres como Tiger Woods en sus inicios, o a Cristiano Ronaldo, Kobe Bryant, María Sharapova, Lebron James y muchos nombres que sirvieron de embajadores para hacer crecer la marca

Kight dejó su puesto como chairman en 2016, luego de 52 años al frente de la compañía. A sus 82 años, acaba de anunciar una donación de u$s15 millones para combatir el coronavirus y sigue día a día el avance de la pandemia.

Asimismo, el fundador de Nike y ex ejecutivos de la empresa han destinado u$s10 millones a organizaciones sin fines de lucro de Oregón, incluyendo u$s7 millones a la Universidad de Salud y Ciencias de Oregon para la coordinación de la atención y la ampliación de las pruebas.

Esta colaboración incluye además la fabricación de tapabocas y otros insumos esenciales por parte de la propia empresa, como un esfuerzo para mejorar las condiciones de prevención en el estado que la alberga desde sus inicios.

«No importa cuánta gente odie tu marca, siempre y cuando haya suficiente gente que la ame«, dijo en una ocasión cuando fue invitado a dar una charla en Sanford. Para haber empezado con unos pocos dólares vendiendo zapatillas con su auto, sabemos que Knight consiguió que varios «amaran» Nike.

La temporada de invierno se perdió y está en riesgo la de verano

Entrevista Completa

Fuente: CIC ~ La flexibilización de la cuarentena: “Esta apertura de locales comerciales es solo para los de cercania, los barriales. Los grandes centros comerciales, arterias o shoppings no están habilitados todavia. Incluso en el interior, se habilitó hace poco y con horarios restringidos”.

La situación económica del sector: “La poca demanda activa el comercio pero no la industria. Nuestra industria y la de nuestros proveedores no estan habilitadas. Además para desarrollar nuestros productos debemos programar la temporada que cambia año a año. La temporada de invierno se perdió y está en riesgo la de verano.”.

Situación post pandemia: “Primero estamos trabajando para permitrir la reapertura, eso depende de los municipios y hay algunos más flexibles que otros. Para reencauzar la producción, programar la de verano y ver los frutos nos llevaría 6 meses. A muchas empresas les va a costar volver a empezar, todavía no podemos medir quiénes siguen o quienes no.”