Fuente: Apertura ~ Miguel Ángel Fosati se ganó su lugar en la historia argentina por haber sido el primero en fabricar zapatillas vulcanizadas en el país. Se trata de esas zapatillas con suela de caucho con un tratamiento que las hace elásticas y resistentes, que con su diseño también se convirtieron en un ícono de la adolescencia y la comodidad.
Pero hoy Fosati se pone otra cucarda y es la de haber conseguido que su empresa se mantuviera firme por 40 años, un logro que en un país con vaivenes económicos como la Argentina tiene doble mérito. Es que el sector de indumentaria y calzado hace mucho que viene sufriendo con especial énfasis. Y Fosati, que ha sabido atravesar crisis, comenta que este agitadísimo 2020 lo encuentra con un desgaste de varios años.
“La era de Mauricio Macri achicó la facturación, pero no los gastos”, define. La situación, dice, los llevó de producir 1 millón de pares de zapatillas por mes a tocar los 45.000 pares mensuales el año pasado. Ese año el promedio de facturación mensual pasó, según explica, de u$s 2 millones a u$s 1,5 millones.
Su industria sufre por la devaluación del peso, la caída del consumo, la suba de las tasas de interés y la competencia desleal ya hace tiempo. Pero a todo ese combo se le sumó ahora la aparición del Covid-19 y la consecuente cuarentena que obligó a apagar las máquinas y cerrar locales. Para poner en contexto: según el Índice de Producción Industrial Manufacturero que elabora el Indec correspondiente a abril, la producción del sector textil mostró una caída del 72,2 % interanual.
Ahora, con la llegada de Alberto Fernández y una mirada más apuntada hacia la industria nacional, Fosati espera que el sector comience su lenta recuperación, incluso con la pandemia (o al menos, una vez pasada la urgencia del problema). Porque, a pesar de la gravedad de los problemas que trae aparejado el virus, lo cierto es que en el sector tienen más batallas para pelear: “Hay un problema con una aduana paralela que nadie lo ha resuelto. Siguen entrando productos por contrabando y eso es un problema serio. Tenemos competencia desleal, tanto nosotros como los dueños de locales que compiten con lugares como La Salada que no pagan impuestos”, dice el empresario.
Así y todo, con 40 años de historia cumplidos en 2020, espera que la firma con la que fue pionero continúe, como mínimo, otros 40 años más.
Primeros pasos
Su historia empezó en 1975. En esa época, Fosati trabajaba como productor independiente: juntaba productos de distintas fábricas y los colocaba en las tiendas estadounidenses Macy’s, pero el Rodrigazo de ese año hizo que el negocio se terminara y el emprendedor tuvo que reinventarse. “Esa sí que fue una hecatombe, peor que lo que estamos viviendo ahora”, recuerda.
Algo de experiencia en calzado tenía, porque vendía zapatos que fabricaba un primo suyo. Pero el salto fue grande. Con 28 años consiguió u$s 200.000 para iniciar su empresa de zapatillas vulcanizadas, una novedad por esos años, a lo que le sumó la compra de un predio en Haedo. “Fue todo un ensayo genuino y nacional”, agrega sobre el proyecto que se puso formalmente en marcha en el año 1980.
Fosati rememora cómo era el mercado en ese momento. Sin grandes casas de deporte como las de hoy, la incipiente empresa comenzó a ubicar sus zapatillas en vaquerías o tiendas de calzado como American Pie. Así, siempre apostó por la venta a través de estos canales, a lo que con el tiempo se sumaron las hoy instaladas casas de deportes y hace dos años inauguraron un e-commerce.
Hoy están en 1000 puntos de venta, siempre fabricando con su propia marca, que se consolidó en los ’90 gracias a una fuerte apuesta por la publicidad en canales como MTV, VH1, Much Music o Cartoon Network. Esa visibilidad en el cable les permitió penetrar en otros países de la región y Fosati llegó a registrar el nombre en 23 países.
Hoy siguen pensando en la exportación, aunque el dueño admite que es muy marginal en el negocio. “Exportamos, pero muy poco. El gobierno de Macri lo hizo imposible porque descolocó los costos de la industria nacional, altísimos en comparación con China y otros países”, sentencia, pero ve con ojos más amables la nueva gestión: “A la industria le fue muy mal. Pero tengo esperanza al hablar del presente, incluso en este momento de la epidemia. El año había empezado con una proyección muy buena porque pensábamos recuperar este año el 20% de la producción histórica”.
Fosati tiene instalaciones con capacidad para producir unos 4000 pares de zapatillas por día y, explica, para fines del año pasado estaba por debajo de los 2000. Para 2020, con las tres plantas que tiene en su predio de Beccar, apuntaba a crecer ese 20% semestral, que ahora se vio afectado por la pandemia. “Para poder cumplir con mis planes necesito que se abra el mercado, que las casas de deportes abran sus puertas y que el negocio comience a rotar nuevamente. Y allí me tengo fe porque sé que nuestro producto tiene buen funcionar en el mercado y rápidamente nos pondremos en marcha”, acepta con optimismo.
Con un e-commerce que no alcanza a suplir la caída en las ventas (y que mientras se come el poco stock disponible), Fosati (al cierre de esta edición) contaba los días para poder reactivar la producción, con un protocolo de seguridad listo para ser implementado en cuanto las autoridades dieran el OK. “En el mejor país del mundo una PyME no puede resistir 15 días sin trabajar. Acá estamos todos pasando los 70 días. Y para sobrevivir tenés que tener espalda y haber hecho las cosas bien, estar bien parado, no tener deudas y de esa manera se puede acomodar un poco la situación”, reza.
Y con una rueda de 60 días de elaboración de producto hasta llegar al mercado (cortar, aparar, tejer, producir el caucho y así…), la experiencia le hizo aprender a manejarse con una estrategia de bajo stock, por lo que volver a poner las máquinas en funcionamiento es urgente. “Fabricamos lo que la gente necesita, no lo que tenemos proyectado. Eso es así desde 2001, cuando inventé el stock industrial cero. Siempre trabajamos con lo que el comerciante necesita y ahora mucho más con este laboratorio que es el e-commerce que te proporciona datos extraordinarios, subiendo a la plataforma productos para ensayarlos y dando el paso de producirlos con anticipación”.
Listos para crecer
De lona, tipo botita, panchas, en cuero ecológico, con plataforma o para hacer deporte. Las zapatillas John Foos fueron ganando en diseño a lo largo de sus 40 años y, por su aniversario, están celebrando con una edición especial colaborando con diseños de artistas y músicos. Con precios que rondan entre los $ 3500 y $ 4700, Fosati dice que apuntan a un público joven (entre 10 y 25 años) que busca productos urbanos.
“El consumidor de clase media está bastante comprometido. No podemos contar con ellos. Pero nunca contamos con ellos, porque esa gente es la viajada, que compra afuera. El que te compra acá es el que te compra a los ponchazos con algún crédito personal y que, de alguna manera y otra, te compra”, explica y dice que el consumidor que puede viajar y adquirir zapatillas afuera no representa competencia, sino que, por el contrario, les exige mantenerse informados y usar la ventaja de la diferencia de estación con respecto al hemisferio norte como ventaja competitiva. “Esa pequeña ventaja nos hace que podamos hacer entrega inmediata para que el comerciante reponga con facilidad, en comparación con las empresas extranjeras que tardan hasta seis meses en entregar un pedido”.
Empleador de 250 personas y con una estructura de 9000 m2 que comprenden tres fábricas (una de armado, una de caucho y una de aparado), el año pasado Fosati se vio tentado a comprar la fábrica de Alpargatas que cerraba en Santa Rosa, La Pampa, lo que ilusionó a los trabajadores de la zona. Finalmente esos intentos quedaron en stand-by, aunque explica que sí tiene planes en la provincia de La Rioja, en lo que era una exfábrica de Puma.
“La mano de obra del interior es muy necesaria para nosotros, porque los productos que hacemos van a necesitar mucha mano de obra que en la Argentina no la tenemos más. Desde hace muchos años que el país importa, se perdió mano de obra especialista en costura. Siempre hemos tenido la visión de ir montando nuestras productoras de costura en el interior y creo que esta vez lo vamos a lograr”, explica.
Con todo listo para activar el proyecto en La Rioja, Fosati espera a que llegue la autorización para poner manos a la obra. “Lo único que falta poner ahí es plata y plata tenemos”, dice y aclara que la planta adicional que el gobierno de esa provincia les otorga en comodato proveerá de aparado (costura) a su planta de Buenos Aires. Allí el compromiso es darles trabajo a los 30 obreros que quedaron desempleados luego del cierre de la fábrica, y luego incorporar otros 30 más, según pronostica el empresario.
“Mientras arreglan el tema de la salud está todo congelado. Este es un pequeño paréntesis que hay que abrir en la historia de 40 años que nos llevó hasta fines del año pasado de forma bastante positiva, por eso se logró esto, y nos esperan otros 40 años positivos”, augura. Y concluye: “El país tiene que volver a ser lo que fue entre 1890 y 1940, donde la industria era lo más importante del país. No digo que dé un vuelco de esa manera ahora, pero la industria tiene grandes posibilidades”.
En números
- Facturación promedio 2019: US$ 1,5 millones mensuales
- Producción promedio 2019: 45.000 pares mensuales
- Cantidad de empleados: 250
- Cantidad de puntos de venta: 1000
Fuente: la empresa
Miente el redactor al decir que Fosati fue el primero en fabricar zapatillas de armado vulcanizado en Argentina.
La primera empresa fue Alpargatas con las líneas Boyero, Sorpasso y Flecha y más tarde Topper. El inicio fue alrededor de los años 50/60.
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