Fuente: Clarín ~ Por los aumentos de precios, la falta de crédito y el cepo al dólar se prevén menos ventas.
El consumo mostró su mejor cara en la primera mitad del año. Las estadísticas reflejan que la mayoría de los rubros, sobre todo los bienes durables, repuntaron y crecieron por encima de los niveles de la prepandemia. Las proyecciones para el segundo semestre son distintas, principalmente por la falta de dólares, el encarecimiento del crédito y la suba de precios, coinciden los entendidos.
Hay varias pistas al respecto. Según la CAME (la cámara del comercio minorista), las ventas venían creciendo fuerte hasta junio, pero en julio cayeron 3,5% y en agosto, 2,1%. Tales datos contrastan con las fuertes subas de enero (9,8%) y febrero (9%). “La dinámica de los ingresos fue clave durante el primer semestre”, interpreta Claudio Caprarulo, de la consultora Analytica.
A pesar de la escalada inflacionaria, “el salario formal creció 2,4% y se protegió bastante bien”, dice Santiago Romero Manoukian, de Ecolatina. Por otro lado, la inflación incentivó al consumo por la falta de alternativas de ahorro e inversión (cepo al dólar y tasas negativas), lo que propició la compra de autos, electrodomésticos y motos, entre otros.
En los primeros 8 meses de 2022, los rubros que más perdieron según la CAME fueron la indumentaria (las ventas cayeron 15,9%), calzado (5,1%) y bazar, muebles y artículos de decoración (2,2%). Como contrapartida, el segmento de alimentos y bebidas aumentó 2,8% en ese mismo lapso. Esa es la foto general, porque los últimos indicadores muestran que la tendencia comenzó a revertirse.
“Hasta junio las ventas crecieron 15%. Pero en julio se contrajeron 5%, por cierta escasez de mercadería, la suba de precios y las cuotas”, confiaron a Clarín desde una cadena de electrodomésticos. Autos y motos replican esa misma curva. Según los concesionarios agrupados en ACARA, entre enero y agosto el patentamiento de motos aumentó 22%. Pero el mes pasado “cerró con una caída de 9,4% con respecto al mismo mes del año pasado”.
El nivel de operaciones depende de una ecuación cada vez más compleja y que depende de 3 pilares: la falta de productos o de variedad (por el reforzamiento del cepo a las importaciones), el deterioro de los ingresos familiares (por la escalada inflacionaria) y la escasez de financiamiento (más caro por la suba de tasas). “El que no tiene dólares guardados y cobra en pesos se le complica mucho”, dice Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Equilibra.
Hasta el primer semestre, salarios y precios venían parejos, pero las perspectivas para la segunda parte del año no son buenas para el bolsillo. En julio, el costo de vida fue 7,4% y estiman que duplicó la suba del ingreso de los trabajadores formalizados: 3,5%. “Esa tendencia ahora se interrumpe. Y el empleo se estanca porque hay menos dólares y la actividad se frena”, señala el economista de Eco Go, Sebastián Menescaldi.
El consumo es clave para la economía en su conjunto. Se estima que representa el 70% del PBI. “Las tasas de interés son más altas y los bancos son reacios a otorgar crédito. Todo eso afecta al consumo”, agrega. La inflación también escala y las consultoras privadas estiman un piso del 90% para todo el año, por “las presiones cambiarias y la menor oferta de bienes”, completa Romero Manoukian.
El contexto es desfavorable para casi todos los sectores.Un ejemplo es el turismo. El de cabotaje recuperó el 80% de los niveles registrados en la prepandemia. Pero los viajes al exterior continúan 40% abajo. “Las compras en los supermercados aumentaron, pero aún permanecen por debajo del nivel de 2020. Lo mismo ocurre con el consumo de electrodomésticos, que hoy están por arriba de 2019, pero lejos de los picos de 2017 y 2018”, recuerda Caprarulo.
La marcha del consumo masivo (alimentos, bebidas, tocador y limpieza) varía en función del canal. En las grandes superficies (donde se concentra los programas de precios regulados) venden más que los almacenes, autoservicios y comercios de proximidad. Según la consultora Nielsen, los productos de Precios Cuidados representan “el 36% del volumen total”. En el primer semestre, el consumo creció 4,5%, pero estiman una caída similar para la segunda mitad del año.
Romero Manoukian señala que es muy factible que el consumo desacelere “debido a que no vemos espacio para que el salario real no retroceda también en el sector registrado. Si esto sucede, añadido a la suba de tasas del Banco Central, la única puerta para que el consumo pueda sostenerse es mediante el uso de ahorros o la liquidación de activos atesorados”. Para los analistas, con el bolsillo más claro y con crédito más caro, la opción más viable es sacar los dólares del colchón.
Los bienes durables afrontan las dificultades para ingresar insumos, repuestos y equipos para la producción. El Gobierno reforzó una vez más el cepo sobre las importaciones y los dólares de las reservas, lo que complica el abastecimiento. El jueves, el Banco Central prorrogó hasta fin de año “la obligatoriedad de financiar a 180 días las importaciones”, una medida que vencía a fin de mes.
No es lo único. El Gobierno también limitó la entrada de autos terminados y le aviso a los fabricantes de electrónicos que deberán bajar “sustancialmente” las importaciones en el último cuatrimestre del año.