Fuente: Clarín ~ Insólitamente, en 2020, cuando la pandemia desalentó -entre otros consumos- la compra de ropa y de calzado, los precios de estos artículos casi duplicaron el nivel de inflación general. Mientras el índice de Precios al Consumidor (IPC) cerró el año con una suba del 36,1%, el rubro Indumentaria trepó al 60%, según el INDEC. ¿Porqué subieron tanto los precios en un contexto de desplome de las ventas?
Para Alicia Hernández, titular de la Cámara de la Indumentaria (CIAI), “la inflación de la ropa y el calzado no es homogénea: los precios varían distinto según el segmento del mercado”. “En el circuito formal de fabricación y comercialización, (que abarca a las grandes marcas y concentra el 20% del total del mercado) el aumento promedió el 45% el año pasado”, dice. En cambio, en el circuito informal donde los precios se ven más impactados por las subas de las materias primas y no por otros costos como alquiler en el shopping, etc., la suba fue de alrededor del 90%. Por eso, según la directiva, el aumento que expresa el INDEC, tiene que ver con la mayor incidencia en la toma de precios de este último circuito.
En el mercado informal operan desde la La Salada y la Saladita en un rango de total informalidad hasta los comercios de la calle Avellaneda o de Once, donde existen muchos monotributistas que tampoco facturan el total de la ventas, explican en el sector.
En estos comercios, hoy se pueden comprar remeras desde $ 790 y jeans a menos de $ 2000, por ejemplo. En cambio, en los shoppings, la ropa de primera marca, que además suma en su precio, el lugar donde se compra, la bolsa que ofrece el comercio y el alquiler del local, entre otros costos, trepa bastante mas. Así un jean de primera marca puede costar unos $ 5900, cuando el año pasado, costaba unos $ 2700. Una chomba de pique, $ 3790 y una remera de algodón, $ 2290. Mientras que un pantalón de gabardina elastizado sale $ 3.790 y un jogging de hombre puede llegar a los $ 5400.
En un comercio de la avenida Cabildo, en Belgrano, una campera símil cuero de mujer, exhibe desde un perchero, un valor de $ 6900. «Hay algunas prendas que aumentaron menos porque en pandemia no hubo quien las comprara», comenta la vendedora. «Pero otras cosas, como estas remeras que hoy cuestan $ 2100, el año pasado no superaban los $ 1200», dice.
Los nuevos precios de la indumentaria también se explican por el aumento que registraron las materias primas, como los tejidos o el algodón. «Las fabricas tuvieron serios problemas para producir. Algunas estuvieron cerradas 90 o 120 dias, sufrieron cambios en las condiciones de financiación como pagos por adelantado para obtener las telas. Y como las empresas textiles ya venían de años de bancarrota, especialmente entre 2017 y 2018, fue muy duro volver a ponerlas en funcionamiento», argumenta Hernández.
Segun un sondeo de la entidad realizado en enero, el 46% de las empresas del sector estaba operando entre el 50% y 74% de su capacidad instalada. En tanto, un 20% lo hacía entre el 25 y 50%. En la misma encuesta, la mayoría de los empresarios señaló que hoy los principales problemas que afrontan son la disponibilidad de materias primas, la presión tributaria y la escasa demanda.
Otros impactos en los precios de las prendas, según los comerciantes, vinieron por la suba del dólar que impactó por partida doble: encareciendo las prendas importadas y los insumos productivos para la fabricación nacional, aseguran.
Según Ernesto del Burgo, titular de la Camara de Innovación textil, detalla que un 60% del precio de la ropa se explica por los impuestos. En tanto un 30% lo concentra la materia prima y el resto, la confección. Con todo, el empresario opina que la ropa en el país sigue siendo competitiva, es decir, “barata” en dólares. Aunque reconoce que el año pasado, hubo aumentos del 50 o 60% a pesar de las pocas ventas. “Hubo poca producción, poca oferta y también poca demanda, con excepción de algunas prendas que se vendieron más porque la gente estuvo más en su casa. Fue el caso de la ropa deportiva, de cama o la lencería».
Hoy la importación no es un problema para el sector, como ocurría en otras épocas. «La porción de ropa importada es pequeña y hay mas sobreprotección en las materias primas que en el producto importado terminado», explican en el sector.
Según los comerciantes, las grandes marcas tienen precios uniformes en todos los canales (shoppings o comercios a la calle). Sin embargo, la caída de las ventas durante la pandemia afectó mucho más a los locales dentro de los centros comerciales que estuvieron buena parte del año cerrados y ahora, todavía la gente, por temor, tiene resistencia a transitarlos.
Lo que ocurrió durante la pandemia, cuenta del Burgo, quien también está a cargo de la cámara que agrupa a los comercios que están en la avenida Santa Fe, es que cambió el eje de consumo. Ahora, las ventas están mas traccionadas por la gente de cercanía del barrio que por el turismo. En los centros comerciales abiertos, los comercios venden un 70% respecto de lo que vendían antes de la pandemia. En cambio, aquellos negocios que imantaban más al turismo o están cercanos a las oficinas, apenas están en el 20%.