Temporada de polo: quiénes son las pymes que buscan la revancha

Fuente: El Cronista ~ Por el contexto de pandemia, los torneos más importantes de esta parte del año se están jugando con protocolos sanitarios y sin público. Los desafíos y oportunidades para los fabricantes de botas, cascos y accesorios 

El Covid-19 obligó a demorar o cambiar todos los planes, afectando a gran parte de la industria relacionada con el polo. Los torneos más importantes que se juegan normalmente en esta parte del año se están jugando cumpliendo con todos los protocolos sanitarios. La Triple Corona (Tortugas, Hurlingham y Palermo) y la liga de Fórmula Polo (en CABA) juegan sin público, pero se pueden seguir por televisión, aunque los ingresos bajaron considerablemente. Se han cancelado los torneos de San Jorge y el del Jockey Club, con un cierto impacto negativo por ser los que inician la temporada. El Abierto de Palermo se juega en la fecha prevista, con la misma cantidad de equipos, y con público limitado. Para este año se estimaba un total cercano a las 100.000 visitas durante todo el torneo. Como resultado de la pandemia, se estima solo un 20% de esa cifra aproximadamente. La pandemia que atraviesa el mundo afectó a muchísimos rubros y deportes, entre ellos, las pymes que proveen al polo.

El caso de los fabricantes de cascos de polo y para salto es uno de los tantos. «Cascos Falcón nació hace 25 años y fue creada por mi madre. En esos momentos la fabricación era muy manual. Así comenzó y después se sumó mi papá, más que nada en la parte comercial. Yo me sumé desde chico, ya que es un negocio familar», afirma Leandro Falcón.

Esta fábrica se dedica a la venta mayorista y, a pesar de que vende a particulares, su negocio pasa por venderles a las diferentes marcas que venden cascos y que tienen locales. El fuerte de la venta son los cascos de polo, aunque también producen y abastecen a locales los cascos de salto.

Los de polo son muy personalizados, que le queden exactos y además con diseño. En el caso de los de salto son estándar. Hay diferentes tipos de cascos. Se empezó con 6 colores. Con el correr del tiempo, cada persona empezó a pedirlos más personalizados y ahora son hechos a pedido.

Se pueden combinar y ahora tienen 45 colores. «Con estampas de casos, sublimado o bordados. Se hacen con logos, según lo que quiere el cliente».

Hay diferentes modelos con precios distintos, pero se calcula que arranca en unos $ 25.000. La mayoría de sus clientes están en la Ciudad de Buenos Aires y algunos se encuentran en el interior. «Se calcula que las ventas bajaron cerca de 50%. Los pedidos respecto al año pasado bajaron por la pandemia. La relación precio- dólar tiene una influencia en las ventas, el Covid nos complicó las ventas acá y afuera, no había polo tampoco; lo fuerte son los el período septiembre-diciembre es la temporada alta. Los que tienen los precios mas baratos, son los que más venden actualmente», confirma Falcón.

En cuanto a la competencia, hay muy pocos fabricantes de cascos, solo hay algunos en Inglaterra, y ambos son los dos sitios de venta de cascos de polo. Respecto a la competencia de los cascos de salto el país es China. El mercado de los cascos es un mercado chico, ya que no hay tanta gente que juegue al polo.

Casa Fagliano se dedica a fabricar botas para polo. Este negocio comenzó cuando los Fagliano se instalaron en la Argentina y trajeron sus conocimientos de zapatería desde Italia. En 1884 llegaron al puerto de Buenos Aires y se instalaron en la zona de Hurlingham, donde había muchas casas quintas. En 1892 abrieron el local donde hoy funciona bajo el nombre de Casa Fagliano. Actualmente los que manejan la marca son cuarta generación y trabaja toda la familia.

El fuerte de Fagliano es la venta de botas de polo, aunque en una época hicieron también zapatos y mocasines. Los clientes son polistas y jugadores amateurs y se calcula que fabrican unos 100 pares por año, siempre a medida, aunque por las dudas siempre hay algún talle estándar para quien quiera visitar el local.

«Trabajamos en forma muy personalizada con los clientes, les ponemos las iniciales en la bota, la marca del campo», asegura Eduardo Fagliano.

Las botas siempre tuvieron el mismo precio: u$s 700 dólares y, además de tener clientes argentinos, hay varios que encargan de distintas partes del mundo.

Los materiales son de primera calidad y la confección de una bota de Fagliano tarda entre 7 y 8 meses. Los colores más usados hace 30-40 años eran los claros y hoy los más oscuros, como el marrón café.

Casa Fagliano pudo salir airoso en la pandemia, ya que tiene un sistema de venta que puede hacerse en forma no presencial. «Nos pedían por internet, se tomaban las medidas como le explicábamos y las hicimos. Luego las mandamos por correo si son de afuera», dice Eduardo.

Hace 5 años les propusieron desarrollar la marca fuera de la Argentina, no solo las botas; tienen socios que fabrican afuera y desde acá se hacen todo el control de calidad. La marca está registrada en todo el mundo, y tiene socios en Hong Kong y en España.

«Ojalá algún día seamos una marca de lujo desde la Argentina al mundo», sueña Fagliano. Los clientes por lo general son hombres, aunque en los últimos años muchas mujeres empezaron a jugar al polo.

El mejor polista argentino, Adolfo Cambiaso, fue cliente de Fagliano a los 16 años, cuando el padrino le regaló unas botas nuestras y todavía las tiene.

«Hace unos meses, con socios que tenemos en Europa, nos dijeron que les hagamos botas a La Dolfina y nos convertimos en proveedores de los equipos de La Dolfina. Con Cambiaso el arreglo es por las botas de polo para el equipo», agrega.

La Taquera es la marca que desarrolla el merchandising oficial de la Asociación Argentina de Polo (AAP), con un stand en Palermo. Además, la empresa tiene venta a particulares, donde se pueden adquirir la indumentaria oficial de algunos equipos, camisetas y todo el equipamiento. Los dueños son una joven pareja que en 2012 dejó sus respectivos trabajos y apostó a este negocio. «Hemos comenzado con The Polo Revolution, es decir, la revolución del polo, cambiando los paradigmas de vestimenta». Por la pandemia la venta se redujo casi un 50%.

El polo en general ya venía sufriendo un cambio prepandemia. Ese cambio está dado por el incremento de jugadores amateurs (incluyendo mujeres y juveniles), jugadores profesionales y algo muy relevante: una baja sustancial de patrones que sustenten el polo. Esto último significa que el negocio se achica, y además se reparte entre más jugadores profesionales.

Por otro lado, el jugador amateur (la porción más grande de la industria) está dispuesto a pagar un poco más para mantenerse jugando en clubes y torneos a lo largo de todo el año. Los Estados Unidos canceló la temporada en marzo, y ya se habla de un doble torneo para 2021. Inglaterra demoró el comienzo de la temporada, pero finalmente se jugó completa y sin público. La Argentina también se demoró, aunque se jugará una temporada «comprimida», con torneos ajustados y sin público.

«La venta de caballos, interna y de exportación, cayó significativamente (se estima entre un 50-60%) debido a la baja actividad y la poca afluencia turística. La caída del turismo afectó negativamente a los principales clubes y escuelas de polo. Sin embargo, se espera que luego de la pandemia el flujo de turistas-alumnos se reactive con fuerza gracias a la relación peso-dólar. El polo amateur y de bajo hándicap se ha concentrado en menos clubes y, como se ha mencionado previamente, ha aumentado en cantidad de jugadores. Hasta el momento se desconoce si hay torneos no oficiales debido a las restricciones existentes», aseguran Federico Levy y Sergio Silva, de PoloHUB, una de las principales empresas de polo del país.

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