Fuente: La Nación ~ Hace 60 años falleció Salvatore Ferragamo, un artista del oficio zapatero que fue codiciado por las estrellas, desde Judy Garland a Marilyn Monroe e incluso la primera dama argentina, Evita. Crédito: Gentileza de Ferragamo Latam
«Ha muerto el zapatero de los sueños», tituló el Corriere della Sera el 8 de agosto de 1960, al día siguiente de su partida. Y esa referencia onírica alude a Salvatore Ferragamo, el hombre del sur de Italia que, además de calzar a renombradas estrellas de Hollywood y asociar su oficio a las bellas artes, fue pionero al lograr que una marca de zapatos se convierta en sinónimo de moda. Falleció hace 60 años y su legado sigue vigente.
Comenzó por lo aspiracional y, si bien ya había trabajado en su tierra de origen, el gran salto lo dio al llegar con sus hermanos a Estados Unidos a principios del siglo XX. Allí, enfocado en encontrar el bienestar y lograr el zapato perfecto, buscó aprender sobre anatomía, ingeniería y matemática, para sumar esos saberes a su conocimiento artesanal. Primero instaló un taller en Santa Bárbara, California, para luego tomar la licencia del local Hollywood Boot Shop, negocio en el que desarrolló piezas para vestuario de películas, otras hechas a medida y también para el Teatro Egipcio de Grauman. Inolvidable la sandalia Rainbow inspirada en Judy Garland en «El Mago de Oz» o el zapato cubierto en cristales Swarovski para Marilyn Monroe en «Let’s make love». Rodolfo Valentino, Joan Crawford, Gloria Swanson, Greta Garbo, Marlene Dietrich, y Audrey Hepburn también llevaron sus zapatos.
Ese capítulo de su vida -el de los años en la meca del cine- además de significar el despegue de su carrera, evidenció un modo de hacer moda en un estrecho vínculo con el séptimo arte: las mujeres admiraban a las actrices de la época y, como ellas, en este caso, ansiaban con tener un modelo Ferragamo. Deseo que fue retomado a principios de este año, cuando la firma lanzó una línea llamada justamente Rising Hollywood en homenaje a un grupo de directoras y actrices contemporáneas.
Vale decir, además, que ni la realeza ni la política estuvieron ajenas a sus diseños, tanto los Duques de Windsor como Eva Perón lo tuvieron entre sus predilectos. En el caso de la primera dama argentina fue después de conocerlo en un viaje a Italia para acompañar a Juan Domingo Perón. Así lo confirma la marca y el par del modelo Invisible que integra la colección privada de la familia Duarte en el Museo Evita. Hay algo más y es que esa elección tuvo su revival en 1996, cuando la firma también se ocupó de vestir los pies de Madonna en la película dirigida por Alan Parker.
El regreso al origen
Al retornar a Italia, a fines de la década del ’20, Ferragamo optó por mudarse al norte del país. Se instaló en Florencia y, aprovechando que la capital toscana atravesaba un período de renacimiento apuntalada por la arquitectura, la tecnología, y las artes decorativas, entre otras disciplinas, el diseñador fundó una escuela con 75 aprendices. Su propósito fue darles una nueva vida a los saberes artesanales en combinación con los conocimientos fabriles que había traído de Norteamérica. Así, sus zapatos comenzaron a tener intervenciones de: bordados, encaje de Tavarnelle y del tejido utilizado en los sombreros florentinos, entre otros recursos.
«De la misma manera que Leonardo Da Vinci nacido para pintar a la Mona Lisa y diseñar inventos revolucionarios, Salvatore Ferragamo nació para diseñar zapatos» dice Nora García el personaje creado por la escritora Margo Glantz en «Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador». Libro que -ante todo- da cuenta cómo el creador trascendió la escena fashion y pasó a ser un tema de interés para la literatura. «Hizo de su pasión por el calzado un arte con una técnica insuperable, tenía mucha imaginación e industria y supo hacer cosas inverosímiles en épocas en que no se conseguían materiales para su calzado, durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo», señala Glantz. La autora mexicana explica que como «estaba prohibido usar el cuero, destinado solamente para las botas de los soldados, él lo solucionó hábilmente y, lo que es más, hermosamente.» Innovó al encontrar nuevos usos que eran poco habituales para hacer zapatos; corcho y cáñamo, entre otros elementos.
Al ser tan numerosos los modelos icónicos, en 2006 la firma desarrolló Creations. Una edición de réplicas que corresponden a los originales en cuanto a forma, color, materiales, detalles y acabados, y que incluyen la etiqueta original diseñada por el pintor futurista Lucio Venna. Se destacan la sandalia Kimo inspirada en el calzado tradicional japonés, la ballerina con punta redonda creada especialmente para Hepburn y la mencionada sandalia Invisible. Con este último modelo, el zapatero recibió el premio otorgado por la cadena Neiman Marcus en Nueva York. Eso pasó en 1947 cuando su empresa ya se había expandido hacia Roma, Milán, Turín y Génova, e iba por la reconquista de Europa y Estados Unidos. Doce años después, lanzó al mercado la primera línea de ropa comandada por su hija Giovanna y tras recibir un pedido de 1200 pares de parte de la cadena Saks Fifth Avenue, optó por mecanizar el sistema de producción aunque un 60% del zapato continúo siendo de hechura artesanal.
¿Cuál fue su principal legado? «Haber creado un estilo y hacer de su oficio un arte, cosa no muy fácil para un simple fabricante de calzado», analiza Glantz y agrega; «en alguna ocasión escribí: ‘Contra viento y marea, Ferragamo persiguió un sueño: confeccionar zapatos como si fueran una forma de arte, objetos únicos, preciosos, hechos a mano siguiendo criterios rigurosos y a la vez, un producto destinado a mejorar la postura corporal y la elegancia de quienes los portaran'».
Basta realizar una visita virtual al Museo Ferragamo para comprobarlo.
Siempre presente
Hoy Ferragamo -firma de la verdadera dinastía de la moda italiana- cuenta con la dirección creativa de Paul Andrew y continúa apostando a las enseñanzas de su fundador al enfocarse en dos cuestiones ineludibles de la agenda de la moda actual: virtualidad y sostenibilidad. Así, en su último desfile, en la reciente Milano Digital Fashion Week, presentó un video de cuatro capítulos en los que abordó la historia de la marca y narró sobre lo esencial en el marco de la pandemia del coronavirus. «La colección se realizó en tiempos y condiciones excepcionales, a través de las cuales todos estábamos obligados a adaptarnos e innovar», expresó el diseñador británico en el contexto de la Pre-Spring 2021.
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Otra de las constantes, está en el apoyo a la cultura de la región siendo benefactora para la restauración de los históricos: Galleria degli Uffizi, el Ponte Santa Trinita y la fuente de Neptuno. Además del trabajo de archivo que había comenzado el mismo diseñador y que prosigue en el Museo Salvatore Ferragamo, sitio que alberga muestras y da impulso a artistas y diseñadores de todo el mundo. Valga el dato que en 2019 se presentó «Aria» del argentino Tomás Saraceno y también contó con la participación de prendas de Lucía Chain y Romina Cardillo en la exhibición «Sustainable Thinking», en programa hasta enero del 2021.
Aunque, el corolario para este aniversario, a 60 años de su muerte, sin dudas está en el film «Salvatore. Shoemaker of dreams» dirigido por Luca Guadagnino y guionado por la periodista Dana Thomas que será presentado en septiembre en la edición 77° del Festival de Venecia. Película que promete un recorrido exhaustivo del material inédito de la carrera del creador, con las participaciones de Martin Scorsese y Michael Stuhlbarg, entre otras figuras. Y como si se tratara de un intercambio de roles, ahora, será Ferragamo quien tomará el título de celebridad del cine, más allá de la moda.
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