El calzado artesanal made in Chaco que llegó a Nueva York

Fuente: La Nación – Nació hace 11 años de la mano de un joven de Resistencia; fue la que fabricó los zapatos de la selección argentina para Rusia 2018

CÓRDOBA.- Gastón Greco es chaqueño, tiene 33 años y llegó a la Ciudad de Buenos Aires para estudiar Arquitectura. Su papá era un “emprendedor” y él, cuando salía del colegio, estaba acostumbrado a ayudarlo. Cuando terminó el ciclo básico sintió que le faltaba “esa adrenalina” y entre maqueta y maqueta, y desarmó un zapato con un cúter. Ese fue el origen, en 2012, de la marca de calzados Posco que fabrica unos 20.000 pares al año y cuenta con un local en Nueva York, a donde también vende por internet.

“No me sentía identificado con ninguna marca ni producto que le diera fuerza al cuero argentino -cuenta Greco a LA NACION-. Quería hacer algo yo perono tenía contactos, ni experiencia, ni capital. Igual me puse en el tema”.

El recorrido le llevó tiempo porque fue con su primera idea al zapatero del barrio que le dijo que no se podía fabricar. Siguió por el barrio de Once, donde “descubrió” que no era para fabricantes de zapatos; en Boedo se encontró con “el mundo de la talabartería y el cuero”. Sostiene que transitó toda la curva de aprendizaje y se encontró con proveedores y fabricantes que lo acompañaron y enseñaron.

Para ir avanzando empezó fabricando alpargatas en Chaco, a donde después produjeron también las primeras muestras de Posco con las que Greco recorrió “local por local todo Palermo” para venderlas.

“Era modelo de tres piezas de cuero; versátil y cómodo -explica-. La idea fuerte también es la funcionalidad; eso me venía de mis estudios de Arquitectura”. Cuando llegaron a los 500 pares mensuales, decidió trasladar la producción a un establecimiento de Lomas del Mirador, en Buenos Aires.

La condición que le pusieron que tenía que ir él a trabajar: “Aprendí muchísimo; usaba las maquinas. Para mí era un parque de divisiones”. Fue extendiendo la comercialización a distintos locales multimarcas de CABA, Córdoba, Rosario, Chaco, Misiones y Corrientes.

En 2016 avanzó con un local propio en una vieja casona de Palermo, en el Pasaje Santa Rosa a 200 metros de la plaza Armenia. “Aunque era un outsider de la moda, fuimos haciendo cosas en ese mundo”, menciona. Recuerda que frenó a Martín Churba un día que lo vio corriendo por Palermo y le contó su historia. “Hicimos algo con su marca, Tramando, y enviamos también pares a Japón”.

Conocía al artista plástico Milo Locket de Resistencia -también es chaqueño- y le preguntó si le podía pintar unos cueros. “Me hizo unos dibujos y me dijo ‘hace lo que quieras’. Eso también me abrió muchas puertas en distintas tiendas”, repasa.

El proyecto arrancó con una inversión de $5000 que le había dado su mamá cuando Greco se fue a estudiar. A su criterio, el crecimiento de la marca tiene que ver con ser multitasker (calzados para varios usos) y con ser “auténtica”.

“El corazón está en quienes lo fabrican, pensamos los productos desde lo funcional, desde la solución. Los primeros modelos eran los que cortaban, los que cosían, mis abuelos de Chaco. Fuimos construyendo sobre la autenticidad, con el ecosistema del producto”.

La marca tuvo algunos picos de popularidad. Uno fue cuando Grecco le escribió una carta a Mauricio Macri cuando fue electo presidente; la hizo a mano y la puso en una caja con un par de zapatillas y se la mandó. Al día siguiente de asumir apareció con ese par en la Quinta de Olivos. “Contaron que a Juliana (Awada) le habían gustado y se las había elegido y eso generó mucha repercusión”. A Macri lo conoció después, en la Casa Rosada.

Antes de que empezara el Mundial de Fútbol 2018 de Rusia, Greco decidió que quería hacerle el calzado a los jugadores de la Selección Argentina; presentó el proyecto y explicó que la marca entiende al cuero argentino como parte de la identidad nacional. Les fabricó las zapatillas para todos los días y, obvio, que Lionel Messi, Ángel Di María o Javier Macherano las lucieran le dio un alto nivel de conocimiento.

“El Seleccionado tiene alta visibilidad a nivel mundial por eso era interesante que los jugadores usaron un producto hecho 100% con cuero argentino y fabricado por manos argentinas”, dice. Aquel calzado lo produjo el “tano Francisco”, un inmigrante italiano que llegó hace décadas a la Argentina y que, en el Mundial del ‘90, le hizo los botines a Diego Maradona.

La edición del Mundial 2018 fue realizada por la empresa en asociación con la AFA sobre un cuero curtido vegetal; eran zapatos sustentables. El modelo básico fue el Ábaco Fit, un clásico de la marca, al que le realizaron a mano tres puntadas en celeste y blanco como si fueran la bandera argentina; tuvieron el logo de la AFA y de la FIFA y plantillas especiales para más comodidad de los jugadores.

“Con esa misma idea de que el cuero argentino hace a nuestra identidad, encaramos el proyecto de expansión hace tres años. Decidimos que debíamos sacar nuestros modelos fuera de la Argentina. Me fui a vivir un tiempo a Nueva York para impulsar la comercialización de lo que exportamos”, menciona.

La marca tiene un local propio en el barrio Greenpoint de Brooklyn y venden online. En la Argentina el local está en la Recoleta. Greco subraya que está “comprometido” con su empresa y que, desde el arranque, buscó un “impacto” con una idea que “representa a la Argentina”.

Llegar a Estados Unidos demandó alrededor de dos años de trabajo e incluso el desembarco -que fue primero online- se vio demorado por la pandemia del Covid-19. El empresario explica que los desafíos que debieron superar fueron “importantes” ya que por la cuarentena se retrasó la producción en la Argentina, debieron cerrar sus locales y, además, los costos logísticos aumentaron “fuerte”.

Fabrican modelos de calzado para hombres y mujeres y también accesorios. Lo primero que comercializaron en Estados Unidos online fue el “Resistencia Canvas”, un modelo diseñado en Argentina y producido en Brasil, en la fábrica Dois Irmaos que cumplen con las nombras ILO. El calzado está confeccionado con algodón reciclado de Guatemala.

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