Cerrar y reabrir, la parábola de Bicontinentar en Chivilcoy

Fuente: Página12 ~ El socio y director de la empresa que ahora cuenta con capitales nacionales hace un recuento de lo perdido desde 2017 y la reapertura sobre el final de la pandemia. “La gente quiere trabajar”, afirma sin dudar. La fábrica de calzado deportivo, entre el crecimiento del mercado interno y la incertidumbre de mediano plazo.

Paquetá es una multinacional de origen brasileño, que cuenta actualmente con 18 mil trabajadores y exporta calzado deportivo a distintos mercados del mundo. En 2007 inauguró una planta en Chivilcoy, con un total de 16 líneas de montaje y producción.

“La fabricación de calzado deportivo es una actividad intensiva en mano de obra, que requiere alta cualificación”, cuenta Juan Recce, socio y director de Bicontinentar, la empresa de capital nacional que hoy opera la planta y tiene entre sus clientes a Under Armour, New Balance, Diadora, Olylpikus, Montagne, Le Coq Sportif, Hush Puppies, Ringo y Athix.

“Estuvimos de 2007 a 2010 invirtiendo en formación y capacitación. A partir de 2011 se empezó a recuperar la inversión inicial y desde 2015, la empresa ganaba plata. Pero en 2017, cuando estábamos para pegar un salto cualitativo en tecnología, el mercado se contrajo y la empresa empezó a despedir, hasta cerrar en 2018”, cuenta rememorando la parte más dura de la historia de la empresa que se hundió en los tiempos más duros de la Argentina macrista. “Reabrimos el año pasado, vamos creciendo, pero nos preocupa lo que pueda ocurrir a partir del segundo semestre de 2023 y después, por el escenario electoral”, agrega.

El presente es el mejor momento de Paquetá, la planta fabricaba. Hoy ensambla componentes, que describen como “la operación más sencilla”, pero ya puso en marcha una línea de producción de capelladas, funcionando al 75% de su capacidad productiva instalada. Según describen, el mercado argentino llegó a ser de 35 millones de pares, con un piso de 22 millones en 2017 y 2018.

Trabajo

Recce no tiene dudas de que la gente quiere trabajar. “En un día recibimos por la web cerca de 5.000 currículums. Para una ciudad de 80 mil personas como esta, es muchísimo. Pero cerrar y volver a abrir no es sencillo ni está exento de costos y pérdidas”, describe.

“De cada tres trabajadores que tuvimos que despedir en 2018, uno volvió. Los otros dos, son inversión en formación que se perdió”, se lamenta mientras explica que “la pérdida de mano de obra calificada implica, obviamente, una severa pérdida de competitividad”.

Expectativas

El empresario percibe una tensión entre la demanda creciente y la incertidumbre de mediano plazo. “Por un lado estamos bien, porque no tenemos problemas de suministro eléctrico, que para nosotros es vital. Ni técnicos ni, con la tarifa”, señala en una inevitable comparación con las épocas de los tarifazos que anticiparon la debacle del 2018.

“El mercado interno crece porque desde la reapertura, cada dos meses se pone en marcha una línea de ensamblado nueva”, señala mientras que se preocupa por lo que pueda llegar a ocurrir luego del turno electoral del año próximo. El dicho popular dice que el que se quema con leche, ve una vaca y llora.

Repatriación de capitales

La trayectoria reciente de Paquetá- Bicontinentar es similar a la de otras empresas hasta dentro del propio parque industrial. Fábricas que estaban en manos de empresas internacionales y cerraron durante la gestión Macri, reabren. Al principio con una operación mínima, en manos de empresarios nacionales, pero encuentran la posibilidad de seguir creciendo si la macroeconomía se los permite. Es también, por ejemplo, el caso de la autopartistta Concentric.

Acuerdo virtuoso

La planta está edificada sobre seis hectáreas de terreno propio, que se reparten en laboratorio, comedor, depósito, estacionamiento y otras dependencias.

La particularidad radica en que la nave industrial está edificada por la propia municipalidad sobre terrenos públicos, que cede a Bicontinentar bajo el formato de un comodato no oneroso. A cambio, la empresa se compromete a mantener determinados cupos de empleo local.

“Por lo general, más que cumplirlos, los duplicamos”, dice Recce, orgulloso.

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